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domenica 30 dicembre 2012

Yaxkin Melchy en Juchitan

Ayer estuvimos en el Pre-Texto Poetico de Juchitan y conoci a Yaxkin Melchy que he leido un poema genial. En su livro Emilio, la Danza y la Escritura, encontro Profeta del Papardeo:
Profeta del Papardeo
Con los ojos he abierto todos los programas de las computadoras
sinfonia de programas, documentos que sobrevuelam planetas
mi esqueleto es la luz en multiples formas
calores, calor, sonido

Profeta del papardeo

El Big Bang es la reproducción celular.

mercoledì 26 dicembre 2012

Axolotl, de Cortazar


Axolotl
[Cuento. Texto completo]
Julio Cortázar

Hubo un tiempo en que yo pensaba mucho en los axolotl. Iba a verlos al acuario del Jardín des Plantes y me quedaba horas mirándolos, observando su inmovilidad, sus oscuros movimientos. Ahora soy un axolotl.

El azar me llevó hasta ellos una mañana de primavera en que París abría su cola de pavo real después de la lenta invernada. Bajé por el bulevar de Port Royal, tomé St. Marcel y L’Hôpital, vi los verdes entre tanto gris y me acordé de los leones. Era amigo de los leones y las panteras, pero nunca había entrado en el húmedo y oscuro edificio de los acuarios. Dejé mi bicicleta contra las rejas y fui a ver los tulipanes. Los leones estaban feos y tristes y mi pantera dormía. Opté por los acuarios, soslayé peces vulgares hasta dar inesperadamente con los axolotl. Me quedé una hora mirándolos, y salí incapaz de otra cosa.

En la biblioteca Saint-Geneviève consulté un diccionario y supe que los axolotl son formas larvales, provistas de branquias, de una especie de batracios del género amblistoma. Que eran mexicanos lo sabía ya por ellos mismos, por sus pequeños rostros rosados aztecas y el cartel en lo alto del acuario. Leí que se han encontrado ejemplares en África capaces de vivir en tierra durante los períodos de sequía, y que continúan su vida en el agua al llegar la estación de las lluvias. Encontré su nombre español, ajolote, la mención de que son comestibles y que su aceite se usaba (se diría que no se usa más) como el de hígado de bacalao.

No quise consultar obras especializadas, pero volví al día siguiente al Jardin des Plantes. Empecé a ir todas las mañanas, a veces de mañana y de tarde. El guardián de los acuarios sonreía perplejo al recibir el billete. Me apoyaba en la barra de hierro que bordea los acuarios y me ponía a mirarlos. No hay nada de extraño en esto porque desde un primer momento comprendí que estábamos vinculados, que algo infinitamente perdido y distante seguía sin embargo uniéndonos. Me había bastado detenerme aquella primera mañana ante el cristal donde unas burbujas corrían en el agua. Los axolotl se amontonaban en el mezquino y angosto (sólo yo puedo saber cuán angosto y mezquino) piso de piedra y musgo del acuario. Había nueve ejemplares y la mayoría apoyaba la cabeza contra el cristal, mirando con sus ojos de oro a los que se acercaban. Turbado, casi avergonzado, sentí como una impudicia asomarme a esas figuras silenciosas e inmóviles aglomeradas en el fondo del acuario. Aislé mentalmente una situada a la derecha y algo separada de las otras para estudiarla mejor. Vi un cuerpecito rosado y como translúcido (pensé en las estatuillas chinas de cristal lechoso), semejante a un pequeño lagarto de quince centímetros, terminado en una cola de pez de una delicadeza extraordinaria, la parte más sensible de nuestro cuerpo. Por el lomo le corría una aleta transparente que se fusionaba con la cola, pero lo que me obsesionó fueron las patas, de una finura sutilísima, acabadas en menudos dedos, en uñas minuciosamente humanas. Y entonces descubrí sus ojos, su cara, dos orificios como cabezas de alfiler, enteramente de un oro transparente carentes de toda vida pero mirando, dejándose penetrar por mi mirada que parecía pasar a través del punto áureo y perderse en un diáfano misterio interior. Un delgadísimo halo negro rodeaba el ojo y los inscribía en la carne rosa, en la piedra rosa de la cabeza vagamente triangular pero con lados curvos e irregulares, que le daban una total semejanza con una estatuilla corroída por el tiempo. La boca estaba disimulada por el plano triangular de la cara, sólo de perfil se adivinaba su tamaño considerable; de frente una fina hendedura rasgaba apenas la piedra sin vida. A ambos lados de la cabeza, donde hubieran debido estar las orejas, le crecían tres ramitas rojas como de coral, una excrescencia vegetal, las branquias supongo. Y era lo único vivo en él, cada diez o quince segundos las ramitas se enderezaban rígidamente y volvían a bajarse. A veces una pata se movía apenas, yo veía los diminutos dedos posándose con suavidad en el musgo. Es que no nos gusta movernos mucho, y el acuario es tan mezquino; apenas avanzamos un poco nos damos con la cola o la cabeza de otro de nosotros; surgen dificultades, peleas, fatiga. El tiempo se siente menos si nos estamos quietos.

Fue su quietud la que me hizo inclinarme fascinado la primera vez que vi a los axolotl. Oscuramente me pareció comprender su voluntad secreta, abolir el espacio y el tiempo con una inmovilidad indiferente. Después supe mejor, la contracción de las branquias, el tanteo de las finas patas en las piedras, la repentina natación (algunos de ellos nadan con la simple ondulación del cuerpo) me probó que eran capaz de evadirse de ese sopor mineral en el que pasaban horas enteras. Sus ojos sobre todo me obsesionaban. Al lado de ellos en los restantes acuarios, diversos peces me mostraban la simple estupidez de sus hermosos ojos semejantes a los nuestros. Los ojos de los axolotl me decían de la presencia de una vida diferente, de otra manera de mirar. Pegando mi cara al vidrio (a veces el guardián tosía inquieto) buscaba ver mejor los diminutos puntos áureos, esa entrada al mundo infinitamente lento y remoto de las criaturas rosadas. Era inútil golpear con el dedo en el cristal, delante de sus caras no se advertía la menor reacción. Los ojos de oro seguían ardiendo con su dulce, terrible luz; seguían mirándome desde una profundidad insondable que me daba vértigo.

Y sin embargo estaban cerca. Lo supe antes de esto, antes de ser un axolotl. Lo supe el día en que me acerqué a ellos por primera vez. Los rasgos antropomórficos de un mono revelan, al revés de lo que cree la mayoría, la distancia que va de ellos a nosotros. La absoluta falta de semejanza de los axolotl con el ser humano me probó que mi reconocimiento era válido, que no me apoyaba en analogías fáciles. Sólo las manecitas... Pero una lagartija tiene también manos así, y en nada se nos parece. Yo creo que era la cabeza de los axolotl, esa forma triangular rosada con los ojitos de oro. Eso miraba y sabía. Eso reclamaba. No eran animales.

Parecía fácil, casi obvio, caer en la mitología. Empecé viendo en los axolotl una metamorfosis que no conseguía anular una misteriosa humanidad. Los imaginé conscientes, esclavos de su cuerpo, infinitamente condenados a un silencio abisal, a una reflexión desesperada. Su mirada ciega, el diminuto disco de oro inexpresivo y sin embargo terriblemente lúcido, me penetraba como un mensaje: «Sálvanos, sálvanos». Me sorprendía musitando palabras de consuelo, transmitiendo pueriles esperanzas. Ellos seguían mirándome inmóviles; de pronto las ramillas rosadas de las branquias se enderezaban. En ese instante yo sentía como un dolor sordo; tal vez me veían, captaban mi esfuerzo por penetrar en lo impenetrable de sus vidas. No eran seres humanos, pero en ningún animal había encontrado una relación tan profunda conmigo. Los axolotl eran como testigos de algo, y a veces como horribles jueces. Me sentía innoble frente a ellos, había una pureza tan espantosa en esos ojos transparentes. Eran larvas, pero larva quiere decir máscara y también fantasma. Detrás de esas caras aztecas inexpresivas y sin embargo de una crueldad implacable, ¿qué imagen esperaba su hora?

Les temía. Creo que de no haber sentido la proximidad de otros visitantes y del guardián, no me hubiese atrevido a quedarme solo con ellos. «Usted se los come con los ojos», me decía riendo el guardián, que debía suponerme un poco desequilibrado. No se daba cuenta de que eran ellos los que me devoraban lentamente por los ojos en un canibalismo de oro. Lejos del acuario no hacía mas que pensar en ellos, era como si me influyeran a distancia. Llegué a ir todos los días, y de noche los imaginaba inmóviles en la oscuridad, adelantando lentamente una mano que de pronto encontraba la de otro. Acaso sus ojos veían en plena noche, y el día continuaba para ellos indefinidamente. Los ojos de los axolotl no tienen párpados.

Ahora sé que no hubo nada de extraño, que eso tenía que ocurrir. Cada mañana al inclinarme sobre el acuario el reconocimiento era mayor. Sufrían, cada fibra de mi cuerpo alcanzaba ese sufrimiento amordazado, esa tortura rígida en el fondo del agua. Espiaban algo, un remoto señorío aniquilado, un tiempo de libertad en que el mundo había sido de los axolotl. No era posible que una expresión tan terrible que alcanzaba a vencer la inexpresividad forzada de sus rostros de piedra, no portara un mensaje de dolor, la prueba de esa condena eterna, de ese infierno líquido que padecían. Inútilmente quería probarme que mi propia sensibilidad proyectaba en los axolotl una conciencia inexistente. Ellos y yo sabíamos. Por eso no hubo nada de extraño en lo que ocurrió. Mi cara estaba pegada al vidrio del acuario, mis ojos trataban una vez mas de penetrar el misterio de esos ojos de oro sin iris y sin pupila. Veía de muy cerca la cara de una axolotl inmóvil junto al vidrio. Sin transición, sin sorpresa, vi mi cara contra el vidrio, en vez del axolotl vi mi cara contra el vidrio, la vi fuera del acuario, la vi del otro lado del vidrio. Entonces mi cara se apartó y yo comprendí.

Sólo una cosa era extraña: seguir pensando como antes, saber. Darme cuenta de eso fue en el primer momento como el horror del enterrado vivo que despierta a su destino. Afuera mi cara volvía a acercarse al vidrio, veía mi boca de labios apretados por el esfuerzo de comprender a los axolotl. Yo era un axolotl y sabía ahora instantáneamente que ninguna comprensión era posible. Él estaba fuera del acuario, su pensamiento era un pensamiento fuera del acuario. Conociéndolo, siendo él mismo, yo era un axolotl y estaba en mi mundo. El horror venía -lo supe en el mismo momento- de creerme prisionero en un cuerpo de axolotl, transmigrado a él con mi pensamiento de hombre, enterrado vivo en un axolotl, condenado a moverme lúcidamente entre criaturas insensibles. Pero aquello cesó cuando una pata vino a rozarme la cara, cuando moviéndome apenas a un lado vi a un axolotl junto a mí que me miraba, y supe que también él sabía, sin comunicación posible pero tan claramente. O yo estaba también en él, o todos nosotros pensábamos como un hombre, incapaces de expresión, limitados al resplandor dorado de nuestros ojos que miraban la cara del hombre pegada al acuario.

Él volvió muchas veces, pero viene menos ahora. Pasa semanas sin asomarse. Ayer lo vi, me miró largo rato y se fue bruscamente. Me pareció que no se interesaba tanto por nosotros, que obedecía a una costumbre. Como lo único que hago es pensar, pude pensar mucho en él. Se me ocurre que al principio continuamos comunicados, que él se sentía más que nunca unido al misterio que lo obsesionaba. Pero los puentes están cortados entre él y yo porque lo que era su obsesión es ahora un axolotl, ajeno a su vida de hombre. Creo que al principio yo era capaz de volver en cierto modo a él -ah, sólo en cierto modo-, y mantener alerta su deseo de conocernos mejor. Ahora soy definitivamente un axolotl, y si pienso como un hombre es sólo porque todo axolotl piensa como un hombre dentro de su imagen de piedra rosa. Me parece que de todo esto alcancé a comunicarle algo en los primeros días, cuando yo era todavía él. Y en esta soledad final, a la que él ya no vuelve, me consuela pensar que acaso va a escribir sobre nosotros, creyendo imaginar un cuento va a escribir todo esto sobre los axolotl.

de: Ciudad Seva

domenica 23 dicembre 2012

Vai ser um istmo vadio?

Os miasmas são redondos como um coacervado de memes.
Atiçavam as voragens zapotecas na minha linfa:
sapoti, ninfas, canteiros bordados, meu intestino háptico
mas eu não sabia que era este poeirão prometido
que me deixava centrífugo
lambendo chocolate com um sol pontudo no meio da retina.

Sabia dos ventos, que outra coisa mais se pode saber?

Os miasmas são grandes demais para serem vistos a olho nu
eles precisam ser postos em dimensão humana
Pilintra, o do alambique, Oxum, a do ribeirão,
Tenia, a da mortadela, Ayuasca, a da expansão,
Xolotl, o da fagulha, São Cristobal, o do metrônomo,
Axolotl, o rastejante, Quetzalcoatl, o do ventilador.
Angelica, Luanna, Ulices, Amaranta, Mística, Coral.
E viram gente da rua, atordoada em busca da cintilância.
Eu atravessei alambiques, ribeirões
expandi a carne quando ela dava choque
rastejei, vi a águia virar serpente,
fui de bússula procurar o ar quente de Sappho em Lesbos
e vim ao istmo.
Vim buscar esse vento puto, intrépido e que faz a curva.
Buscava um furacão pelas frestas
que levantasse as saias, originasse viragens de vagina,
ardesse. A reinvenção das malícias.
Encontrei um chão coberto de Coronitas bebidas.

Juchitan de Zaragosa, depois do fim do mundo

Lo que esperamos, Oliverio Girondo


(através de Camila Perversión)

Tardará , tardará.
Ya sé que todavía
los émbolos,
la usura,
el sudor,
las bobinas
seguirán produciendo,en serie,
iniquidad,
ayuno,
rencor,
desesperanza;
para que las lombrices con huecos portasenos,
las vacas de embajada,
los viejos paquidermos de esfínteres crinudos,
se sacien de adulterios,
de hastío,
de diamantes,
de caviar,
de remedios.

Ya sé que todavía pasarán muchos años
para que estos crustáceos
del asfalto
y la mugre
se limpien la cabeza,
se alejen de la envidia,
no idolatren la saña,
no adoren la impostura,
y abandonen su costra
de opresión,
de ceguera,
de mezquindad.
de bosta.

Pero, quizás, un día,
antes de que la tierra se canse de atraernos
y brindarnos su seno,
el cerebro les sirva para sentirse humanos,
ser hombres,
ser mujeres,
-no cajas de caudales,
ni perchas desoladas-,
someter a las ruedas,
impedir que nos maten,
comprobar que la vida se arranca y despedaza
los chalecos de fuerza de todos los sistemas;
y descubrir, de nuevo, que todas las riquezas
se encuentran en nosotros y no bajo la tierra.

Y entonces...
¡Ah!, ese día
abriremos los brazos
sin temer que el instinto nos muerda los garrones,
ni recelar de todo,
hasta de nuestra sombra;
y seremos capaces de acercarnos al pasto,
a la noche,
a los ríos,
sin rubor,
mansamente,
con las pupilas claras,
con las manos tranquilas;
y usaremos palabras sustanciosas,
auténticas;
no como esos vocablos erizados de inquina
que babean las hienas al instarnos al odio,
ni aquellos que se asfixian
en estrofas de almíbar
y fustigada clara de huevo corrompido;
sino palabras simples,
de arroyo,
de raíces,
que en vez de separarnos
nos acerquen un poco;
o mejor todavía
guardaremos silencio
para tomar el pulso a todo lo que existe
y vivir el milagro de cuanto nos rodea,
mientras alguien nos diga,
con una voz de roble,
lo que desde hace siglos
esperamos en vano.

mercoledì 12 dicembre 2012

Aharon Link on me


CROSS QUESTIONING UNKONWNS WITH KNOWING NOTS

In this paper, I will use the question of doing philosophy through
performative acts for investigating how, through crossing of seemingly
un-related elements, new entities of questioning and practices are
created.
Diogenes was a human that was metaphorically crossed species with canine
to become “Diogenes the Dog”. I will argue that such a crossing helped
delineate who he is and how the practice of his philosophy is done, and
that the way in which Diogenes did philosophy resembles contemporary
Performance Art.
Instead of being concerned with the performance of language, speech and
speaking, we have in Diogenes a performer of actions and activities. It is
plausible to imagine a performance artist living inside a bath, wanking in
parliament (though perhaps will be arrested), or plucking a chicken and
declaring it human. Indeed the choice of performative acts in themselves
is a constant crossing between that which is “Life” and that which is
“Performance”. That very crossing - life reflecting upon a performance
reflecting upon life etc - is what I think to be a constant energiser for
using performative elements in questioning what we know, don’t know and
have no idea about..

Dressed as a bride, the philosopher Hilan Bensusan used his crossdressing
practice to bring a murdered performer Pippa Bacca, back to life and roam
the streets of Istanbul. While a performative act, such as “Brides for
Peace”, which Bacca, performed with tragic outcomes was questioning the
lines and links between life and performance questioning what we imagine
possible - Hilan’s activity was was of a more philosophical nature,
questioning the knowledge we think we have.

Another Performance Art/Act link of Bensusan’s philosophical lexicon is
The interest in Heracletian frgments as an ongoing anarchological
performative practice. Like Beuys, Bensusan makes use of
archeological-like fragments to invent time. Acts of performative nature
are practiced to cross, at will, between invented and shared realities of
the past. Through fragments which invoke an injection of cross questions
about what might question about, what they know not, and would have liked
to know of the object/fragment.
This way, both Beuys & Bensusan use fragments to create effects of
possible information crossings that tease desire within audiences.

Like any cross, there is a point-time of contact/collision of two
different inquiry trajectories. That point-time, I will argue, helps to
light up the different trajectories. Whereas the philosophical
performative inquiry is focused on How of thinking is questioned, the
artistic sensitivity is of how the sensations of imagination are
questioned. Hence, in my view, we have different, yet constantly crossable
trajectories which feed one another.

Through the examination of Bensusan’s extensive work on cross dressing,
cross speaking, cross translation, and indeed cross speciasation - which
takes us back to the post human origins of cynicism and the unknowns such
practices question - I will illustrate how performative, embodiment acts
that do cross practices, both generate new possible lives/information and
simultaneously remain at the prison cells of their propagator’s minds.

Opiário com preâmbulo aflito

Dias de tormenta j
á que as coisas ficam boas de serem ruims, ruins de serem boas.
Hoje uma melodia.
Os buracos e as capas de proteção que se furam.
Penso no ópio de Alvaro de Campos,
dor inventada a cada gemido, a cada sofrimento.

Opiário

Ao Senhor Mário de Sá-Carneiro

É antes do ópio que a minh'alma é doente.
Sentir a vida convalesce e estiola
E eu vou buscar ao ópio que consola
Um Oriente ao oriente do Oriente.

Esta vida de bordo há-de matar-me.
São dias só de febre na cabeça
E, por mais que procure até que adoeça,
já não encontro a mola pra adaptar-me.

Em paradoxo e incompetência astral
Eu vivo a vincos de ouro a minha vida,
Onda onde o pundonor é uma descida
E os próprios gozos gânglios do meu mal.

É por um mecanismo de desastres,
Uma engrenagem com volantes falsos,
Que passo entre visões de cadafalsos
Num jardim onde há flores no ar, sem hastes.

Vou cambaleando através do lavor
Duma vida-interior de renda e laca.
Tenho a impressão de ter em casa a faca
Com que foi degolado o Precursor.

Ando expiando um crime numa mala,
Que um avô meu cometeu por requinte.
Tenho os nervos na forca, vinte a vinte,
E caí no ópio como numa vala.

Ao toque adormecido da morfina
Perco-me em transparências latejantes
E numa noite cheia de brilhantes,
Ergue-se a lua como a minha Sina.

Eu, que fui sempre um mau estudante, agora
Não faço mais que ver o navio ir
Pelo canal de Suez a conduzir
A minha vida, cânfora na aurora.

Perdi os dias que já aproveitara.
Trabalhei para ter só o cansaço
Que é hoje em mim uma espécie de braço
Que ao meu pescoço me sufoca e ampara.

E fui criança como toda a gente.
Nasci numa província portuguesa
E tenho conhecido gente inglesa
Que diz que eu sei inglês perfeitamente.

Gostava de ter poemas e novelas
Publicados por Plon e no Mercure,
Mas é impossível que esta vida dure.
Se nesta viagem nem houve procelas!

A vida a bordo é uma coisa triste,
Embora a gente se divirta às vezes.
Falo com alemães, suecos e ingleses
E a minha mágoa de viver persiste.

Eu acho que não vale a pena ter
Ido ao Oriente e visto a índia e a China.
A terra é semelhante e pequenina
E há só uma maneira de viver.

Por isso eu tomo ópio. É um remédio
Sou um convalescente do Momento.
Moro no rés-do-chão do pensamento
E ver passar a Vida faz-me tédio.

Fumo. Canso. Ah uma terra aonde, enfim,
Muito a leste não fosse o oeste já!
Pra que fui visitar a Índia que há
Se não há Índia senão a alma em mim?

Sou desgraçado por meu morgadio.
Os ciganos roubaram minha Sorte.
Talvez nem mesmo encontre ao pé da morte
Um lugar que me abrigue do meu frio.

Eu fingi que estudei engenharia.
Vivi na Escócia. Visitei a Irlanda.
Meu coração é uma avòzinha que anda
Pedindo esmola às portas da Alegria.

Não chegues a Port-Said, navio de ferro!
Volta à direita, nem eu sei para onde.
Passo os dias no smokink-room com o conde -
Um escroc francês, conde de fim de enterro.

Volto à Europa descontente, e em sortes
De vir a ser um poeta sonambólico.
Eu sou monárquico mas não católico
E gostava de ser as coisas fortes.

Gostava de ter crenças e dinheiro,
Ser vária gente insípida que vi.
Hoje, afinal, não sou senão, aqui,
Num navio qualquer um passageiro.

Não tenho personalidade alguma.
É mais notado que eu esse criado
De bordo que tem um belo modo alçado
De laird escocês há dias em jejum.

Não posso estar em parte alguma.
A minha Pátria é onde não estou.
Sou doente e fraco.
O comissário de bordo é velhaco.
Viu-me co'a sueca... e o resto ele adivinha.

Um dia faço escândalo cá a bordo,
Só para dar que falar de mim aos mais.
Não posso com a vida, e acho fatais
As iras com que às vezes me debordo.

Levo o dia a fumar, a beber coisas,
Drogas americanas que entontecem,
E eu já tão bêbado sem nada! Dessem
Melhor cérebro aos meus nervos como rosas.

Escrevo estas linhas. Parece impossível
Que mesmo ao ter talento eu mal o sinta!
O fato é que esta vida é uma quinta
Onde se aborrece uma alma sensível.

Os ingleses são feitos pra existir.
Não há gente como esta pra estar feita
Com a Tranqüilidade. A gente deita
Um vintém e sai um deles a sorrir.

Pertenço a um gênero de portugueses
Que depois de estar a Índia descoberta
Ficaram sem trabalho. A morte é certa.
Tenho pensado nisto muitas vezes.

Leve o diabo a vida e a gente tê-la!
Nem leio o livro à minha cabeceira.
Enoja-me o Oriente. É uma esteira
Que a gente enrola e deixa de ser bela.

Caio no ópio por força. Lá querer
Que eu leve a limpo uma vida destas
Não se pode exigir. Almas honestas
Com horas pra dormir e pra comer,

Que um raio as parta! E isto afinal é inveja.
Porque estes nervos são a minha morte.
Não haver um navio que me transporte
Para onde eu nada queira que o não veja!

Ora! Eu cansava-me o mesmo modo.
Qu'ria outro ópio mais forte pra ir de ali
Para sonhos que dessem cabo de mim
E pregassem comigo nalgum lodo.

Febre! Se isto que tenho não é febre,
Não sei como é que se tem febre e sente.
O fato essencial é que estou doente.
Está corrida, amigos, esta lebre.

Veio a noite. Tocou já a primeira
Corneta, pra vestir para o jantar.
Vida social por cima! Isso! E marchar
Até que a gente saia pla coleira!

Porque isto acaba mal e há-de haver
(Olá!) sangue e um revólver lá pró fim
Deste desassossego que há em mim
E não há forma de se resolver.

E quem me olhar, há-de-me achar banal,
A mim e à minha vida... Ora! um rapaz...
O meu próprio monóculo me faz
Pertencer a um tipo universal.

Ah quanta alma viverá, que ande metida
Assim como eu na Linha, e como eu mística!
Quantos sob a casaca característica
Não terão como eu o horror à vida?

Se ao menos eu por fora fosse tão
Interessante como sou por dentro!
Vou no Maelstrom, cada vez mais pró centro.
Não fazer nada é a minha perdição.

Um inútil. Mas é tão justo sê-lo!
Pudesse a gente desprezar os outros
E, ainda que co'os cotovelos rotos,
Ser herói, doido, amaldiçoado ou belo!

Tenho vontade de levar as mãos
À boca e morder nelas fundo e a mal.
Era uma ocupação original
E distraía os outros, os tais sãos.

O absurdo, como uma flor da tal Índia
Que não vim encontrar na Índia, nasce
No meu cérebro farto de cansar-se.
A minha vida mude-a Deus ou finde-a ...

Deixe-me estar aqui, nesta cadeira,
Até virem meter-me no caixão.
Nasci pra mandarim de condição,
Mas falta-me o sossego, o chá e a esteira.

Ah que bom que era ir daqui de caída
Pra cova por um alçapão de estouro!
A vida sabe-me a tabaco louro.
Nunca fiz mais do que fumar a vida.

E afinal o que quero é fé, é calma,
E não ter estas sensações confusas.
Deus que acabe com isto! Abra as eclusas —
E basta de comédias na minh'alma!



mercoledì 28 novembre 2012

Nasceu, hospedou, morreu

"... é uma pensão" Rumi

São populações de ratos aflitos na minha pele faminta. Gostam de pedaços e outros pedaços e se atiçam uns aos outros. Há porcos também. Nas minhas linfas. E há multidão de bactérias infecciosas e cheias de urgências. Me coçam, me coçam, me assanham. Um povo de vorazes, de atrozes, de roedores. Eu mordo tetas. Pela ponta dos meus dedos escapam devoradores de microdeuses. Em forma de agulhas. Eu lambo mãos.

Quais são os bichos em mim? Os musgos? Os minerais? Os orixás? Podia apertar a mão de cada um, dar beijos nas faces, mas são tantos... Cordeiros, muitos, ovelhas, ainda mais. Lobos. Hienas. Hienas escondidas. Hienas debaixo dos véus. Purpurina. Oxalá amanhã. Lao Tsé. Pregas e mais pregas, rendas, vieses, uma epidemia de invaginações. Cura-me. Uma horda de demônios na retina. Raros. Oblíquos. Sóis. Satélites com mensagens dos astronautas inventados. Meus avós. Meus avós inventados. Nada é meu. Eu roo. Afio meus dentes. Eu mordo as espécies.

Passo por todas as mãos. Me roçam. Uma hiena atrás da outra. Uma porca. Uma maldição. Um musgo gozando liquen. Um musgo gozando mais. Um cordeiro. Uma vaca. Uma cadela. As mãos cheias de dobras, de mão em mão. Uma teta. Uma terrorista. Me trisca as costas, me faz arder os ganglios. Um ácaro. Pétalas brancas. Uma loba. O capuz preto me abana desta selva de miasmas. É aqui Rhodes. Salto.

domenica 25 novembre 2012

Um relâmpago de Eber Inácio

tava tão vivo
mas tão vivo
que me lancei via satélite


(E outro:
eu tenho dentro de mim
uma formiga de açucar
que sabe o caminho
)

A gentileza das anomalias

A tristeza é uma espécie de asco
de asco de toda coisa, de todo tom, de qualquer gosto
deve ser minhas tripas as carrascas
ou meus genes os estraga-prazeres
e provavelmente o córtex, maquinando
que sua circunstância merece pús.
A tristeza é asco, é indiferença
por tudo o que não seja completamente outro,
quero ser agasalhado de anomalias
já que elas não fazem correr os trens
são luzes de vagalume, abelha pousada no lodo
são biografias.

É porque a vida é boa que ela é ruim
e há desejos, há ternuras, há promessas
e promessas falsas e há melancolia
há o fim da melancolia e o fim do fim da melancolia.
A tristeza é uma espécie de asco
pelos lugares certos da vida – ruim já que é boa.
A força estridente do que eu tenho nojo
A tristeza é uma espécie de vômito.




sabato 10 novembre 2012

Lata de Nescau (Raquel Viviani Silveira)

Em homenagem ao meu reencontro com Raquel Viviani Silveira depois de 10 anos
publico um poema clássico da sua fase ouropretana:


Megalópole urbanidade
Brisa cinza acre
Cheiro grosso.
Lilás sol desfalecido em lodo.
Olhos crispados.
Vermelho sangue melancolia.

Anseio do verde (verde céu
verde ar).
Caminho de piçarra.
Terra entre a unha.
Plenos pulmões e água fina.

Ouro Preto,
Aqui estou riachinho murmurante
Num barquinho de lata
De nescau.

domenica 21 ottobre 2012

This Be the Verse (Larkin)

Starting up a project on guilt. This is (again?) to inspire:

This Be the Verse
By Philip Larkin
They fuck you up, your mum and dad.
They may not mean to, but they do.
They fill you with the faults they had
And add some extra, just for you.

But they were fucked up in their turn
By fools in old-style hats and coats,
Who half the time were soppy-stern
And half at one another’s throats.

Man hands on misery to man.
It deepens like a coastal shelf.
Get out as early as you can,
And don’t have any kids yourself.

venerdì 19 ottobre 2012

Pacífico Sul pronto



Já chegando às livrarias.
Lançamento em Brasília (Café com Letras, dia 1 de novembro), em São Paulo (7 de novembro).

Trecho (lá pela página 70 do livro, em minhas mãos agora):
O marido de Verônica teve muitas partes do seu corpo examinadas. O dermatólogo examinou longamente a pele da sua boca e do rabo dos seus olhos – concluiu que ambas estavam apenas levemente alteradas seguramente por estarem em contato com palavras quando acostumadas com coisas e vice-versa. A bioquímica colhera mostras de sua saliva e de suas lágrimas (produzidas com reagentes químicos e não com tristezas) e fora examinar ao lado. Ao paciente incomodava um pouco que a jovem pesquisadora da verdade não pudesse ser vista, em seu lugar ele persistentemente lia “descobridora de propriedades químicas das frases” o que era bastante perturbador, sobretudo quando ela começou a lhe fazer umas perguntas sobre se já lhe escapara pela boca algum evento quando ele não conseguia pronunciar frases.
- Nunca, ele respondeu, mesmo sem poder olhar a cara de quem perguntava, eu me engasgo com palavras, nunca com frases. Também nunca me aparecem frases inteiras nos meus olhos. Minhas esculturas não tem relação com as verdades ou as mentiras, são apenas aquilo que me passa pela cabeça; coisas e não o que elas fazem.
Ela examinava as miniaturas com bastante atenção; o que para o marido de Verônica era uma cena bastante estranha de ser vista: uma enorme descrição de uma pessoa manipulando objetos miniaturas de outras descrições. Era um retrato rápido dos sintomas que o afetavam; ele contou a Verônica que, ali, diante dos seus olhos, era uma descrição que segurava pessoas, cabeças e frontes. Ele se empenhava em descrever como lhe apareciam as letras segurando suas esculturas até que, depois de várias horas falando sem interrupções, engasgou. Toda a equipe médica presente no consultório naquele momento olhou fixamente para o paciente, a espera de ver um flagrante de sintoma. Foi dos demorados, mais de um minuto em contorsões labiais e com as bochechas inchadas acompanhadas de bruscos movimentos na garganta como se muita coisa estivesse passando por ali. O marido de Verônica se sentia como um artista observado no momento da composição, e seus olhos já não estavam nem cheios de susto e nem de surpresa, mas tinha uma face de quem se permitia orgulho de si mesmo. Ele mesmo tirou da sua boca uma miniatura de um conjunto de letras segurando sua própria cabeça. Não era uma imagem particularmente bonita; outras miniaturas tinham parecido ao autor mais belas, resolvidas – talvez feitas quando seu estado de humor estivesse mais tranqüilo. Porém toda a equipe se entusiasmou e queria examinar a peca o mais depressa possível. Em seguida levaram também esta escultura para o laboratório adjacente onde alguns membros da equipe tentavam determinar que tipo de neurônio era aquele que servia tão adequadamente as esculturas semânticas. A equipe já havia determinado que os neurônios eram tingidos por tintas de neurotransmissores que, de alguma maneira, adquiriam uma variedade de matizes que impressionava pela acuidade – deve ter alguma coisa que ver com a função transmissora destas substancias. No laboratório se debruçaram logo sobre a miniatura que acabava se sair; queriam determinar se havia traços das sinapses recentes pelos neurônios. Cada membro da equipe trabalhava com uma plêiade de hipóteses na cabeça; muito poucas eram dignas de serem mesmo formuladas e ainda menos eram discutidas com os demais.
Logo depois de expelir a miniatura da jovem pesquisadora em forma de letras, o marido de Verônica parou de vê-la com palavras. Isto chamou muito a atenção de Cynthia que, pela primeira vez, observava um sintoma que conectava os dois sintomas. Talvez, ela conjeturou com a rapidez que a curiosidade pelo caso lhe emprestara, a hipersemiose dos olhos – assim ela chamava por vezes a infestação de símbolos que acontecia na retina do seu paciente – fosse descarregada fazendo a língua sofrer de uma hiposemiose que fazia com que faltassem símbolos para exprimir, dentro da boca, o que o cérebro queria soltar. Era como se ela tivesse a opinião de que os símbolos saíram da língua e infectaram as pupilas e agora faziam as coisas, que deviam entrar no cérebro pelos olhos, escorregarem ate a boca. Cynthia chamou a equipe toda para contar o que alguns haviam presenciado e a maioria aparentou alguma surpresa; achavam que talvez um sintoma estivesse lentamente curando o outro. O marido de Verônica, a esta altura, não gostava que lhe falassem muito de cura – se acostumara a sua condição e apenas gostaria de entender mais como seus olhos e sua boca tinham ficado tão confundidas.
Depois de muitas horas de exames, perguntas e observações, ao cair da noite todos se reuniram para a tal ressonância. O marido de Verônica ficou muito tempo fazendo o exame – queriam ressonar seu cérebro em algum momento em que ele visse o que se lê ou fizesse o que se fala. Conseguiram que ele lesse uma barra de metal e que produzisse uma escultura bastante verossímil – segundo o depoimento de Verônica – de sua avó. (Havia um consenso entre os cientistas do cérebro de que era a avó que eles deviam pedir para o paciente tentar descrever com detalhes e por bastante tempo.) Os resultados do exame, disponíveis apenas tarde da noite, revelaram surpreendentemente pouco: o cérebro apresentava todas as características normais e não havia nenhum sinal de rotação. Apenas um exame detalhado e baseado em um algumas teorias relativamente pouco aceitas e controversas mesmo entre os médicos da equipe revelou uma anomalia: os neurônios que supostamente representavam junto ao cérebro as palavras ocasionalmente se comportavam de uma maneira anormal e que se assemelhava ao comportamento dos neurônios que, também supostamente, representavam junto ao cérebro as coisas. Esta pequena e discutível anomalia explicava muitas coisas, segundo os que acreditavam nas teorias que tornavam possível o exame, e, para alguns, era o único fragmento de explicação que eles dispunham. É claro que eles iam continuar investigando e que novos resultados estariam disponíveis em alguns dias – Cynthia manteria o paciente informado de qualquer nova suspeita e em breve teriam que encontra-lo outras vezes para exames complementares.

Disturbios nas Classes, a adaptação de Harold Pinter

Eis que, em homenagem à Flor de Insensatez, publico aqui (de novo?) os distúrbios nas
classes que performávamos nos idos dos tempos idos...

Distúrbios nas classes
(Adaptação livre de Troubles in the Works de Harold Pinter)




Na secretaria da escola, a gerente, Sra Fibra está em sua escrivaninha. Bate a porta e vai entrando o bedéu Avontades.

Fibra: Ah, Avontades, entre, entre, por favor. Sente-se.
Avontades: Obrigado, obrigado, sra Fibra.
Fibra: Recebeu minha mensagem?
Avontades: Recebi, recebi, acabo de recebe-la...
Fibra: Bom, bom, aceita um café?
Avontades: Não, obrigado, sra Fibra, hoje não...
Fibra: Bem, eu escutei dizer que há uns distúrbios nas classes...
Avontades: É, é, eu acho que se pode chamar assim...
Fibra: Bem, agora, pelos céus, sobre o que é esta coisa toda?
Avontades: Bem, eu não sei exatamente como eu posso descrever, sra Fibra...
Fibra: Ora, Avontades, eu preciso saber o que é antes de poder fazer alguma coisa a respeito.
Avontades: Bem, é simplesmente uma questão de que as crianças, bem, elas parecem que... ficaram contra as salas de aula...
Fibra: Ficaram contra?
Avontades: É, parece que elas não gostam mais tanto das... salas de aula.
Fibra: Não gostam? Mas nós temos as melhores carteiras da cidade, e temos também os melhores quadros negros, os melhores professores, os melhores gizes... os melhores apagadores! E a escola? Temos a melhor cantina, o melhor pátio, uma piscina... e as crianças estão insatisfeitas?
Avontades: Bem, as crianças estão gratas pela cantina, pela piscina, pela disciplina [pigarro]... pelo giz, pelo apagador, mas simplesmente elas não gostam mais das salas de aula...
Fibra: Mas as salas são lindas, eu estou neste negócio por toda a minha vida e nunca vi salas mais lindas!
Avontades: São lindas mesmo, sra!
Fibra: Mas quais são as salas que elas não gostam?
Avontades: Bem, por exemplo, a sala de instrução de boas maneiras à mesa com aqueles guardanapos de pano com espetos nas costas...
Fibra: Minha sala de instruções de boas maneiras à mesa? Qual é o problema com ela?
Avontades: Acho que as crianças simplesmente não gostam mais dela.
Fibra: Mas o que exatamente elas não gostam na sala?
Avontades: Ah, acho que talvez seja... a decoração...
Fibra: Mas aquela sala é perfeita!
Avontades: Elas simplesmente não acham...
Fibra: Estou estupefata!
Avontades: E não é só esta sala, por exemplo, a sala de ensinar as meninas a parecerem desprotegidas com a coleção de sapatos de salto alto da Victor Hugo...
Fibra: A sala de ensinar as meninas a parecerem desprotegidas com a coleção de sapatos de salto alto da Victor Hugo! Isto é absurdo, aquela sala é a perfeição, é linda!
Avontades: Sim, sra!
Fibra: Onde elas podem encontrar uma sala de ensinar meninas a parecerem desprotegidas melhor que esta?
Avontades: Sra Fibra, há salas e há salas...
Fibra: Sim, Avontades, há salas e há salas, mas onde há uma sala de ensinar meninas a parecerem desprotegidas melhor que esta?
Avontades: As crianças simplesmente não querem ter mais nada com a sala.
Fibra: Alucinante. O que mais? O que mais, Avontades, não tem sentido esconder nada de mim, a esta altura!
Avontades: Bem, elas fazem muita cara feia para a sala de ensinar os meninos a não chorar que já vem com carteiras que dão 50V de choque para cada lágrima derramada...
Fibra: A sala de ensinar os meninos a não chorar que já vem com carteiras que dão 50V de choque para cada lágrima derramada! Isto é absolutamente ridículo! O que elas podem ter contra a sala de ensinar os meninos a não chorar que já vem com carteiras que dão 50V de choque para cada lágrima derramada?
Avontades: As crianças estão em uma forte agitação contra a sala, sra! E a sala de ensinar a olhar sempre para a autoridade que fala não importa o que ela fale que está equipada com gás paralisante também anda bastante impopular...
Fibra: O que?
Avontades: E tem a sala de ensinar a sentar e ficar quieto e calado com a tal palmatória automática gigante que para todos os alunos que ousarem fazer um passo de d-d-d-ança...
Fibra: Como assim? Elas não gostam mais da nossa sofisticadíssima sala de ensinar a sentar e ficar quieto e calado com a tal palmatória automática gigante que para todos os alunos que ousarem fazer um passo de d-d-d-ança? Isto não faz sentido!
Avontades: Elas não gostam tanto...
Fibra: Mas é uma sala adorável, aconchegante...
Avontades: Elas parecem ter um horror a aconchegante sala de ensinar a sentar e ficar quieto e calado com a tal palmatória automática gigante que para todos os alunos que ousarem fazer um passo de d-d-d-ança.
Fibra: Estou estupefata! Nunca vi isto! Não me diga também agora que elas não gostam da nossa sala importada de ensinar a jamais tocar no cabelo dos colegas da frente, de trás e de ambos os lados que já vem com cabelos eletrificados para auxiliar o ensino?
Avontades: Elas odeiam e detestam esta sala importada de ensinar a jamais tocar no cabelo dos colegas da frente, de trás e de ambos os lados que já vem com cabelos eletrificados para auxiliar o ensino.
Fibra: Mesmo com os cabelos eletrificados levemente coloridos?
Avontades: E sem os cabelos eletrificados levemente coloridos.
Fibra: Sem os cabelos eletrificados levemente coloridos?
Avontades: E com os cabelos eletrificados levemente coloridos.
Fibra: Não com os cabelos eletrificados levemente coloridos?
Avontades: E sem os cabelos eletrificados levemente coloridos.
Fibra: Sem os cabelos eletrificados levemente coloridos?
Avontades: Sem os cabelos eletrificados levemente coloridos e com os cabelos eletrificados levemente coloridos.
Fibra: Sem os cabelos eletrificados levemente coloridos e com os cabelos eletrificados levemente coloridos?
Avontades: Sem e com!
Fibra: Mas, vejam vocês [pausa] É uma coisa que eu não consigo entender... Mas diga-me, Avontades, onde elas gostariam de estudar se elas não gostam mais de nossas salas de aula?
Avontades: Em barquinhos, no mar.





Manifesto pela Ballecketteira


Ballet é o corpo. Beckett é a alma. Balleckett é a condição humana com os cotovelos e joelhos em movimento. Somos todas inacabadas; somos todas nem começadas – nos tornamos todas beckettescas. Ballet é a alma. Beckett é a virilha. O ponto de partida de muitas felicidades humanas é uma conversa. O ponto de partida da conversa é uma substância beckettesca que existe em cada gengiva, em cada clavícula e em cada calcanhar. Ballet é calcanhar. Entre o plágio e a referência existem apenas três pétalas de diferença. Vamos condenar a alguns anos de trabalhos forçados estas pétalas que tremem. Nunca temos coragem de copiar assinando o próprio nome. Nós, balleckettentes, trememos mais que as pétalas, somos varas verdes. Não assinamos o próprio nome em parte alguma. Assinamos o nome dos outros. Vamos condenar a alguns anos de trabalho forçado estas pernas que tremem: trabalho forçado pela construção de um mundo que seja 97% feito de água, fogo, terra, ar e aquela coisa macia com a qual se fazem entrelinhas dos textos de Beckett. Por isto nos juntamos pelos pores do sol, exigimos a abolição do capitalismo às 8 da noite de amanhã, instauramos o inferno do caos para substituir o inferno da ordem e ficamos a cada dia mais convencidas das seguintes noções:
1.A falta de dinheiro é um mal. Mas pode se tornar um bem.
2.A falta de falta de dinheiro é um mal. Mas pode se tornar um bem também.
3.Aquilo que já foi perdido, já foi perdido.
4.Não temos tempo para besteiras, temos alguns minutos para becketteiras.
5.Existem duas necessidades impostas pelas forças da existência: a necessidade que temos e a necessidade que temos de ter necessidade.
6.A intuição nos faz fazer bem umas loucuras.
7.Que podemos dizer da vida que nunca foi dito? Muitas coisas. Por exemplo, que ela nem sempre é um gomo solitário de mixirica madura.
Se nós fossemos bailacketterinas confundiríamos todos os princípios com os meios e esqueceríamos os fins. Assim como somos, tenham paciência. Nossos joelhos são nossos cotovelos, nossas rugas são nossas pernas, nossas cópias piratas de palavras de Beckett são nossas sapatilhas de ponta. Não queremos nada a não ser sacudir todos os átomos que sustentam a sensatez estabelecida. Não queremos nada a não ser explodir todas as células dos pensamentos prontos. Não queremos culpar a razão por nada, mas ela vai ter que se comportar por que nós não vamos nos comportar por ela: dançamos a suspeita vaga e indolente de que não tem sentido ter sentido. Improvisem provisoriamente: não adiem para o momento certo – o momento certo é o memento errado – queiram. Deixem para as estrelas as luzes apagadas e pelas as formigas pisem com a ponta dos umbigos. Improvisem tudo. Corpo é alma. Ballett é Beckett. Soltem estes grilhões coreografados. Ninguém nunca fez mais do que bailar becketts disfarçados. Arranquem os disfarces, saiam do chão com um plié, um eleve, um camier, um mercier.
Queremos os gestos puros ao invés dos gestos ratos, apinhados de ninharias. Queremos os gestos desordenados, despedaçados, despreparados, desmiolados, desintegrados, dissimulados, desconectados e, de preferência, desabitados. Não há limite para a improvisação, nem nas mãos, nem a coluna dorsal te conta que deves calar os pássaros e escutar a voz do noticiário na televisão. Não preste atenção – finja. Não finja – finja que finges. Queremos os gestos que não caberiam em nenhuma pista de dança, em nenhum palco de dança, em nenhuma dança. Queremos dançar os gestos que jogamos fora – só porque eles não prestam para nada.

sabato 29 settembre 2012

El cielo de Argenzola

“Porque ese cielo azul que todos vemos, ni es cielo, ni azul.
¡Lástima grande que no sea verdad tanta belleza!”
Lupercio Leonardo de Argenzola, (1559-1613)

Los hermanos Virgilio y Homero Expósito, comenzaban en 1956 el tango Maquillaje, con este epígrafe. Y continúa el tango de los Expósito:

“No...
ni es cielo ni es azul,
ni es cierto tu candor,
ni al fín tu juventud.
Tú compras el carmín
y el pote de rubor
que tiembla en tus mejillas,
y ojeras con verdín
para llenar de amor
tu máscara de arcilla...”

Y yo tan triste y no se porque me pilla
soudain un squelette qu´un savant
peut-être moi, pourquoi pas?
qui a fait de l´or ne puisse jamais
de mon être extirper l´élement corrompu.
Les bains de sang, les bains de sang!
Mi boca se llena de agua
de donde viene el agua?


venerdì 28 settembre 2012

Give us Gods (D. H. Lawrence)

Give us Gods


Give us gods, Oh give them us!
Give us gods.
We are so tired of men
and motor-power. -

But not gods grey-bearded and dictatorial,
nor yet that pale young man afraid of fatherhood
shelving substance on to the woman, Madonna mia! shabby virgin!
nor gusty Jove, with his eye on immortal tarts,
nor even the musical, suave young fellow
wooing boys and beauty.

Give us gods
give us something else -

Beyond the great bull that bellowed through space, and got his throat cut.
Beyond even that eagle, that phoenix, hanging over the gold egg of all things,
further still, before the curled horns of the ram stepped forth
or the stout swart beetle rolled the globe of dung in which man should hatch,
or even the sly gold serpent fatherly lifted his head off the earth to think -

Give us gods before these -
Thou shalt have other gods before these.

Where the waters end in marshes
swims the wild swan
sweeps the high goose above the mists
honking in the gloom the honk of procreation from such throats.

Mists
where the electron behaves and misbehaves as it will,
where the forces tie themselves up into knots of atoms
and come untied;

Mists
of mistiness complicated into knots and clots that barge about
and bump on one another and explode into more mist, or don't,
mist of energy most scientific -

But give us gods!

Look then
where the father of all things swims in a mist of atoms
electrons and energies, quantums and relativities
mists, wreathing mists,
like a wild swan, or a goose, whose honk goes through my bladder.

And in the dark unscientific I feel the drum-winds of his wings
and the drip of his cold, webbed feet, mud-black
brush over my face as he goes
to seek the women in the dark, our women, our weird women whom he treads
with dreams and thrusts that make them cry in their sleep.

Gods, do you ask for gods?
Where there is woman there is swan.

Do you think, scientific man, you'll be father of your own babies?
Don't imagine it.
There'll be babies born that are cygnets, O my soul!
young wild swans!

And babies of women will come out young wild geese, O my heart!
the geese that saved Rome, and will lose London.

mercoledì 26 settembre 2012

Uma etiologia do delírio pansexual - texto para a performance de amanhã no Ovulário da Valeska

Amanhã no ICC sul, AT 141, às 12:15 performo este texto, vestindo tomates, couves e bananas:

Uma etiologia do delírio pansexual
ou: como desejar objetos sem ser sujeito deles
e nem sujeito a eles

Sexo. Sexo certo. Sexo errado. Sexo errático. Sexo errante. Sexo errorista. Erótico. Uma errância. Todo delírio é sexual, dizem. Toda compulsão é sexual, dizem. Toda convulsão é sexual, dizem. Toda voragem é sexual, dizem. Toda patologia é sexual, dizem. Toda terapia é sexual, dizem. E dizem mais: sexo é o início, o fim e o meio. É o meio, é o meio, é o meio – Audre Lorde, a poeta do erótico desinteressado, repete que na conexão pela conexão é que mora Eros. Mas qual é o fim? Papai? Mamãe? Papai-Mamãe? O destino traçado precisamente pelas linhas, não das mãos – quem legitima a quiromancia? – mas das genitálias – uma genitomancia ou uma pubimancia? O destino traçado pela anatomia? Pelo balanço de hormônios – intocável? Uma combinação de hormônios, gestos, performances, roupas, práticas, sanções e linhas do corpo que tornem o sexo tolerável? O fim, qual é o fim, o sexo dócil, disciplinado, coreografado e de passos marcados? A patologia é sexual, dizem, e o fim da terapia, é sexual. De que sexo a que sexo vamos? O início, o fim e o meio. Qual é o início? A tormenta, a histeria, a neurose, o delírio, a obsessão – ou seja, sexo, sexo, sexo. Olhamos para as atormentadas, para os histéricos, para os neuróticos, para as delirantes, para os obsessivos e vemos sexo. Muito bem, que sexo vemos?

E quanto ao fim? O fim às vezes parece ser um enorme círculo incestuoso em que a espécie usa suas ferramentas eróticas para permanecer, para subsistir, para fechar o cerco contra o alienígena. Uma família humana. Onde está o sexo, perguntamos a família. E ela responde: ali, perto dos gametas, perto dos óvulos, perto da porra. E quando diz que tudo é sexo quer dizer que tudo se inicia na anatomia da genitália – e na correnteza de estrogênio, de testosterona, de progesterona, de feromônios – e termina na comunhão entre os humanos, de preferência para fazê-los crescer e multiplicar. Termina com o destino traçado e que precisa só de uma mãozinha para produzir homens naturais, mulheres naturais. O diagnóstico é sexo: ocorre alguma coisa naquela genitália que erra. Ou erra a cabeça que se acopla à genitália. É nela, e nos pensamentos inconscientes que ela carrega, que se busca o começo da patologia já que ela faz miragem, faz viragem, faz instinto, faz convulsão. Todo o corpo é uma alegoria da genitália: a genitália é o locus hocus-pocus de toda voragem, de toda compulsão. E ela é local sagrado de toda profanidade.

Marx tinha um gosto pelas forças produtivas. Elas são capazes de perturbar as sociedades as mais continentes. Na sua Crítica à Filosofia do Estado de Hegel, ele aponta para o contraste que institui o sexo humano em seu caráter sancionado, normatizado e endossado: o contraste com o sexo não-humano. Não se trata de apontar para o sexo dos porcos e seus longos orgasmos, nem para o sexo do pólen, idílico e produtivo, nem para o sexo dos anjos, eles tão intersexuais quando expõem suas pregas. Libélulas em bambus fazem. Centopéias sem tabus fazem. Os louva-deuses com fé fazem. Dizem que bichos de pé fazem. As taturanas também fazem com um ardor incomum. Grilos, meu bem, fazem. E sem grilo nenhum; Com seus ferrões, os zangões fazem. Pulgas em calcinhas e calções fazem. Tamanduás e tatus fazem. Corajosos cangurus fazem. É certo que cada uma destas bestas, gigantescas ou minúsculas, fazem de um jeito. E, porém, o sexo humano é coisa diferente – animal, bestial, oral, vaginal, anal, mas coisa diferente. Diferente: distinta e separada. O vão entre o sexo humano e o sexo não-humano é o que faz a diferença entre a grande família humana e todo o resto, não todo o resto do mundo, mas todo o resto de nós. Tamanduás, tatus, coelhos, cangurus, pulgas em calcinhas e calções são transformados em alegorias de um sexo centrípeto, concentrador, familiar. Todo delírio será trazido de volta à casa, ao quarto, à vida familiar passada e futura: sexo é o início, o fim, e o meio. Mas o sexo não-humano não é o sexo bestial, mas é antes toda a vida microsexual do inconsciente. Marx, como comenta Lyotard, aponta para a castração devida para entrar na espécie humana como agrupamento com normas sexuais e sanções sociais – com uma matriz de desejo e nojo. Trata-se de uma operação sobre as partículas microsexuais que transitam pelo nosso corpo, pelo nosso inconsciente, pelas nossas pernas, pelos nossos frenesis, pelos pêlos, pelas dobras, pelas pontas dos dedos. O sexo não-humano de Marx é a tectônica subcutânea do sexo humano, seus ingredientes e, também, o que há em seus bastidores.
O que fazer com os teus desejos? Com que pedaços do mundo dá pra fazer alguma coisa com teus desejos? Há uma engenharia das pequenas convulsões para fazê-las marcharem para uma ordem unida – o sexo humano. Marx não diz apenas a ordem hetero ou cis é uma ordem unida. O sexo humano que põe a seu serviço o sexo não humano registra os desejos como produção em prol da comunhão humana. Monique Wittig sobre sexo: a categoria de sexo é totalitária e para se provar tem suas inquisições, seus tribunais, suas leis, suas torturas, suas mutilações, suas execuções, sua polícia. Ela molda a mente como o corpo já que ela controla as produções mentais. Ela captura nossas mentes de uma forma que não conseguimos pensar fora dela. E se as produções mentais não envolvem sexo – aquele sexo sancionado – elas estão errantes: é preciso consertá-las ou, é claro, reinterpretá-las. Colocar os desejos e seus pequenos fluxos em linha, para isso a pornografia, para isso a família e, talvez, para isso a terapia. Vejam Wittig: ela intenta criar uma sujeita lesbiana, alheia ao sexo a que estão sujeitas as mulheres. E prega que paremos de falar de sexo para pararmos de falar de mulheres. E com isso poder deixar soltas as partículas desejantes, as minúsculas voragens, os embriões de compulsões – é que assim essas pulsões nanosexuais podem se acoplar a outras coisas, a outros gestos, a outros acontecimentos. Já Marx, denunciando o silenciamento do sexo não-humano, estaria insinuando uma pregação para que paremos de falar de sexo para que paremos de falar de humanos. É o alistamento do sexo não-humano a serviço do sexo humano que nos coloca a serviço da humanidade e de sua substancialização.
Giorgio Agamben, em seu O Aberto, traçou alguns dispositivos do que chamou de máquinas antropológicas – os mecanismos que procedem à separação do que é humano e do que não é (do que é bestial, animal, sub-humano). A quarta pergunta de Kant – Was ist Mensch? – é a abertura de um jogo de capturas. As diferentes máquinas antropológicas sancionam quem é humano suficiente, quem pertence a grande família, quem pode, enfim, ser tratado como um de nós – a partir do que pode então pertencer a muitos outros nóses, os de classe, nacionalidade, gênero, cor, correligionários e membros de um clube seleto. A primeira triagem é da máquina: gente, gente, não-gente, gente... A máquina antropológica que produz o sexo humano faz a triagem do que é feito com os microeros que circulam nos corpos. Tá genitalizado, familializado, trazido ao escopo sancionado de todo delírio? Ou é delírio desgovernado, substância sexual centrífuga, fissura fugidia? São estas microconvulsões dignas de uma vida casada, quotidiana e tributável? Os mecanismos de sanções desta máquina são muito entrincheirados: uma amante procura um amante, casados ambos e querendo alguma coisa mais do que pagar os mesmos impostos todos os anos. E se encontram: não se casam, mas são casáveis. E aparece também a repressão – não a repressão ao sexo não-humano, mas a repressão ao sexo humano: passar a mão na piroca do bofe, não fica bem, lamber um tomate, isso pode ser, beliscar a bunda da mina, melhor mais tarde, morder a couve – o que pode haver de errado nisso? Você tem fome de quê? Você tem sede de quê? Você tem sanha de quê? Não é o que você faz com o seu cotovelo, diz o Mestre Repressivo, mas onde você arrasta teu grelho, já que repressão é produção. A história do alistamento das partículas microsexuais tem suas nódoas: há as mulheres postas em nicab – as mulheres são sexo – e os guaranis nus – em nós tudo cara. Um discurso contra a transformação do sexo não-humano em sexo humano é um discurso de emancipação: da emancipação dos corpúsculos eróticos. Deleuze e Guattari, claro, tem um slogan pronto para o projeto de emancipação: à chacun ses sexes. Poderia ser também: retome suas fissuras, solte suas feras, libere suas voragens. Ou ainda: delírios, vocês não tem nada a perder senão seus grilhões. É que a máquina antropológica aqui faz um pacto com o capeta das voragens para que a humanidade possa constituir uma filiação. Sim, os desejos são centrífugos, são dia-bólicos, descentralizadores, mas... a filiação precisa dela. Viveiros de Castro chama isso de aliança demoníaca. É como a piada do meu irmão que pensa que é uma galinha: eu preciso dos ovos.
Pensar nos infinitesimais do desejo é uma estratégia que tem uma longa história. Leibniz falava dos pequenos deslocamentos que se produziam antes de qualquer acontecimento. Uma tectônica. Estas micropopulações abrem virtualidades – plêiades de possibilidades para alguma outra coisa acontecer. Teu pequeno desejo por um tomate, tua pequena ânsia por uma banana, por um mergulho, por uma textura, por um cheiro. De onde vêm? De toda parte. É o vento quente que é amante – dizia Sappho. De que armário você precisa então sair? Bissexual? Trissexual? Transexual? Pansexual? Dendrosexual? Hidrossexual? Pirosexual? Aerosexual? Geosexual? Os desejos – microscópicos e com a duração de um triz – podem ser regulares – ao meio-dia sempre tenho a fissura de lamber folhas amarelas – porém não seguem ordens, nem da natureza. E não têm regras. O nosso reconhecimento dele – quando nós os interpelamos e eles viram a cara – é que satisfaz regras. É que a polícia delega a cada sujeito os porretes, algemas e sirenes para sujeitar seus desejos. Ao invés de sujeito aos desejos os sujeitos ficam sujeitos dos desejos. Mas o desejo escapa. Errância. Como sair do armário e levar consigo as pequenas fissuras enclausuradas para que elas construam alguma outra macrossexualidade? Para sair do armário, é preciso encontrar a etiologia desses delírios longe da família, longe do sexo humano – talvez longe de tudo menos daquilo que eles são: vontades de espalhamento. Voragens são vertigens – vertigens se cura, mas elas merecem um cuidado: não existe desejo seguro, não existe desejo que dispensa cuidado – sine cura. Tudo é curável, mas tudo é contagioso. Ninguém aprende a ser gay – ou hijra, ou goiabinha, ou pansexual – mas ninguém nasce sabendo. Há que se contar com os fluxos que passam por nós, eles são delírios e não batem continência para as legiões enfileiradas, as famílias respeitadas ou para os baluartes da sanidade.
A cada um seus sexos. De que armário você quer então sair? Homossexual? Polisexual? Metrosexual? Cibersexual? Subsexual? Dendrosexual? Hidrossexual? Pirosexual? Aerosexual? Geosexual? Annie Sprinkle and Elizabeth Stephens são ativistas da ecossexualidade. Elas trepam com aquilo que o Greenpeace quer que seja deixado em paz. Elas têm orgasmos com os elementos. Trepam nas árvores para trepar com elas e ensinam a gozar com gravetos, com correntezas do rio, com ventos súbitos, com mudanças de temperatura. Elas estão a serviço dos microtons sexuais. Sim, e a serviço da Pachamama, que elas não querem mãe, elas querem amante. Pega a pachamama, trisca na pele dela, roça a pachamama – a pachamama é feita de chão e feita de lagarto roçando em jaguar roçando em condor roçando em tartaruga. É amante e é deusa, deusa do roça-roça. Annie e Elizabeth são teosexuais. Devotas. Hereges. Elas fazem rituais que são orgias e insinuam que o sexo humano perdeu o contato com os elementos – virou uma clausura, um amontoado incestuoso: uma família. Perdemos o aberto, perdemos o sexo do início – das luzes e das trevas – do meio – do vento batendo no vão entre os dedos do pé e perdemos a pujança de colher os delírios no campo. Exorcizar o sexo não-humano foi também criar o trabalho, aquilo que é coisa tão humana a fazer com a natureza. Marx entendia que ver o sexo não-humano e a produção natural ia nos unir a um corpo inorgânico comum. Ecologia, ecologia queer. Catriona Mortimer-Sandilands escreve em favor de uma retomada das potências dos elementos em erotizar e em politizar a vida sexual das pessoas. O delírio com o não-humano é uma força política, uma força perturbadora da matriz cis-heterossexual já que coloca as partículas microsexuais para se acoplarem com outros corpos, com outras temperaturas, com outras formas. É como se ela apostasse: vá ao mato e teus desejos vão se embaralhar. Mas rale nos galhos tortos, mergulhe pelas cachoeiras sem pensar que as pedras têm as formas das tetas das mulheres, dos dorsos dos homens ou a temperatura da tua família: elas têm texturas de pedras. São outras. Outras.

O dispositivo de instaurar o sexo humano instaura o trabalho. Máquina antropológica. E o trabalho da manutenção dos corpos: comer. Não trepamos mais com as folhas, com a couve, com o tomate, mas digerimos estas carnes para nos manter. Mas a comida é quase uma torneira aberta para os fluxos microssexuais dos bastidores dos desejos sexuais – na comida eles ficam largados ao léu. Mesmo pensando na banana como uma trosoba, na uva como uma xana, há mais ali, há umas texturas indisciplinadas, uns cheiros não-alinhados. E elas atiçam. Elas têm uma sanha. Mesmo devoradas. Um fio solto no tear da máquina antropológica sexual: a comida, que precisa ser comida, conta com uns fragmentos de sexo não-humano. Ela é devoradora. La grande bouffe. Apenas algumas partículas dos elementos soltos, mas elas atordoam.

sabato 22 settembre 2012

à estação que chega

21 de setembro
Quando começava o encontro do curso de Manoel de Barros
e falávamos do guarda-chuva de D. H. Lawrence, de buca l´ombrello e do caos
Choveu.
Li poemas entre pulinhos, querendo pronunciar coisas sem nome.
Que saiba o blog e o mundo que chegou uma estação naquela hora.

Que ela me ajude a construir uma casa azul para cada entrelinha
e uma sarjeta pra acalentar as rimas ricas.

* Em Brasília a primeira chuva da primavera é um Rosh Hashanah, uma viragem, uma mudança de era.

Siga as ordens (Antler)

Esta tradução que fiz de Follow Orders de Antler, que eu pretendia usar na sessão de
hoje do curso sobre Manuel de Barros mas esqueci em um flash miniatura, foi usada na abertura de Desmonte a Carroceria e Fabrique a Primavera há algumas primaveras. Hoje a primavera chegou em grande estilo em Brasília (veja próxima postagem).

Arraste o arco-íris para o interrogatório.
Use chave de fendas nas núvens, se for necessário.
Prenda o vento por não ter destino certo.
Leve um lago para o quartel-general por protelar coisas importantes.
Condene a 30 anos de trabalhos forçados.
as flores que têm pétalas que tremem.
Transforme florestas tropicais em desertos.
Ponha desertos atrás das grades porque os poetas podem ver o mundo em um grão de areia.
Acuse as dunas de areia de se espalharem por toda parte.
Acuse os montes de neve de derreterem por toda parte.
Ordene que os pássaros se calem e ouçam a sua canção.
Investigue os flocos de neve até que eles se desfaçam em lágrimas.
Acuse uma banana de ser um banana.
Acuse um abacaxi de ser um abacaxi.
Acuse um pepino de ser pepino.
Reviste as mangas rosas por parecerem suspeitas.
Amordace os gafanhotos.
Arranque fora todo milímetro de solo.
que se recuse a ser coberto de asfalto.
Faça o rio São Francisco testemunhar contra o rio Amazonas.
Processe os processos naturais por serem indisciplinados.
Multe os raios e trovões por se estabelecerem sem licensa.
Multe a vista do alto dos arranha-céus por fazer as pessoas parecerem formigas.
Adverta os flamboiants que parem de chamar atenção.
Acuse as florestas cheias de folhas de esconderem drogas.
Amordace os elefantes porque eles bolinam seus narizes.
Faça um urso jurar sobre a Bíblia para far testemunho.
Bana a banana porque ela te lembra alguma coisa...
Substitua todas os reflexos da lua por lâmpadas de 100 watts
Abata o abacate, culpe o cupuaçu,
azucrine a azeitona, inquira o quiabo.
Ordene que o espaço entre as estrelas e o espaço entre as moléculas troquem de lugar.
Obrigue tartarugas a andar com placas rodoviárias.
Force os girassóis a pagarem sua conta de luz.
ou o sol será desconectado.
Obrigue os cavalos a fazerem cavalos-de-pau.
Mande que artifício e orifício sejam invertidos.
Ordene que os poemas fechem as portas e mudem para o nordeste
onde as palavras trabalham pela metade do que elas são pagas aqui.
Mostre o dedo para o vento porque ele é fresco.
Gesticule pelas florestas como você fez muito mais dinheiro do que todas as árvores.
Exiba para as montanhas que você ganhou mais que todas na bolsa de valores.
Diga à morte que você vai prender a sua respiração até que seu desejo seja atendido.
Sentencie as sombras das árvores a pena de morte por terem seduzido milhões de jovens.
Torture o oceano até que ele fale.
Faça miniatura das grandes árvores, domestique flores selvagens,
cubra-as todas de plástico, ponha os botões sobre fios de cobre.
Compre a água, compre a terra, compre o céu.
Venda a água, venda a terra, venda o céu.
Bata na noite porque ela é negra.
Cuspa no sol porque ele é amarelo.
Massacre o alvorecer porque ele é vermelho.
Faça gráficos sobre quantas formigas você consegue matar.
Faça emboscadas para as cachoeiras e mutile elas até que ninguém as reconheça.
Assassine o último beija-flor no seu tempo livre.
Contrate jagunços para aniquilar golfinhos e leões marinhos
enquanto você limpa as suas unhas.
Entre na sua limosine de muitos metros
jogue mil dólares
e grite ao motorista:
"Próximo universo, por favor."

venerdì 21 settembre 2012

Naturezinha tal como vai pra Darcynha

Bastaria à natureza um javali devorado por um leão?

Sim:

A natureza é grandona, balocha, pesada
Na verdade é uma massaroca melada
Cheia de lama, barro, areia e carrapixo
Não sabe o que fazer com o que a gente joga no lixo
Boba, gorda, chata – deixa tudo encharcado
Só tem lago, grama, nunca faz desenho animado


A natureza faz a gente passar calor
Morde, pica, arranha e faz murchar a pobre flor
Deixa que eu sue, que o sol me queime
Produz cigarra, grilo, mas nem um videogame
De repente bate um vento e me deixa com ranho
E todo dia me suja e eu tenho que tomar banho


Não:

A natureza é mansinha e é toda colorida
Faz meu gato ronronar, o cachorro dar lambida
Faz pitanga, manga, uva e banana
E quando está quente faz um vento que me abana
Faz ondinhas no mar e florzinhas no campo
E enche as noites de vagalume e pirilampo

A natureza faz praia e cachoeira
Parece que nunca perde tempo com besteira
Inventa sempre um bichinho bem divertido
E quando tá tudo em silêncio manda um zumbido
Faz grama, lama e galho pra brincar de pique
Moita pra se esconder, sombra pra piquenique

Esta versão infantil do "Bastaria à naturez um Javali devorado na África" sai na revista Darcy para crianças.

Caos em Poema (tradução tonta de Chaos in Poetry de D.H. Lawrence)

Perdi as contas de se isso já saiu no Buca. Deu origem ao blog:

O poema, eles dizem, é uma questão de palavras. E isto é verdade tal como a pintura é questão de tintas e o afresco questão de cores. Isto fica tão longe de toda a verdade que, dito assim por dizer, no início, no meio e no fim de uma prosa, que pode até soar ingênuo.
O poema é uma questão de palavras. Poema, um encadeamento de palavras em um gargalo, por um atalho, até um ato falho. Poema, uma inter-animação de imagens. Poema, uma sugestão arregalada de alguma idéia. O poema é todas estas coisas e ainda é mais. Dados todos estes ingredientes, você terá algo muito parecido com um poema, alguma coisa para a qual podemos talvez usar o velho nome de poesia. E a poesia, como um bric-a-brac, estará sempre na moda. Mas poema ainda é alguma outra coisa.
A qualidade essencial do poema é que ele faz um novo esforço de atenção e descobre um novo mundo dentro do mundo conhecido. As gentes, e também os bichos e as tulipas, todas vivem em um estranho e sempre rebelde caos. O caos que nós nos acostumamos a chamar de cosmos. O caos interno meio inefável do qual somos compostas chamamos consciência, e chamamos mente e chamamos civilização. Mas no fundo é caos iluminado por algumas visões, ou não-iluminado por algumas visões. Assim como o arco-íris que pode ou não se iluminar na tempestade. Como os arco-íris, as visões perecem.
Mas as gentes não podem viver no caos. Os bichos podem. Para o bicho, tudo é caos, há apenas um elemento aqui e ali que recorre. E assim fica o bicho contente – gente não. Gentes parecem precisar de se embrulhar em visões das coisas e construir para si uma casa cheia de formas aparentes e estabilidade. Neste terror do caos, as pessoas começam colocando um guarda-chuva entre elas e aquilo que elas vêem fosforescer e desaparecer por toda parte. Então elas pintam a parte debaixo do guarda-chuva com um firmamento. Então elas podem marchar, viver e morrer sob o guarda-chuva. Legado aos descendentes, o guarda-chuva se torna uma cúpula e alguns notam as vezes que alguma coisa saiu errada.
Debaixo do guarda-chuva que é guarda-caos, as pessoas gradualmente murcham. Aparece então a poeta, inimiga da convenção, e faz um furo no guarda-chuva; e uau, a súbita imagem do caos torna-se uma visão, uma janela para o sol. Mas depois de algum tempo, acostumadas a visão e não gostando tanto do genuíno pedaço de caos, as gentes de lugar comum arquitetam um simulacro da janela que abre para o caos e pintam o guarda-chuva com a imagem do guarda-chuva. Isto é, tornam-se acostumados a visão, passa a ser parte da decoração de casa. Então o guarda-chuva parece um firmamento brilhante com muitos aspectos. Mas, ah, é tudo simulacro, em inumeráveis matizes. Homero e Keats, anotados e com um glossário.
Esta é a história da nossa era. Alguém vê os titãs pelos selvagens ares de caos e o titã se torna para as gerações seguintes uma parede entre elas e o caos que elas deveriam ter herdado. As escolas, como as antologias, são máquinas de transformar pedaços de mundo e papel de parede. O céu selvagem saiu correndo e assobiando. Até isto já se tornou um grande guarda-chuva entre a humanidade e o céu de ar fresco; então se tornou um afresco pintado sob o qual as pessoas desbotam e ficam insatisfeitas. Até que uma outra poeta faça um furo até o caos aberto e cheio de vento.
Pelo menos nosso teto não nos engana mais – todo o talento de todas as eras humanas não nos fará atravessa-lo. Dante ou Leonardo, Beethoven ou Whitman: tudo pintado no teto. É como o são Francisco pregando para os pássaros em Assisi. Maravilhoso como ar e os pássaros e o caos das muitas coisas – até porque o afresco está desbotando... mas ainda assim, ficamos felizes de sair daquela igreja e entrar no caos natural.
Este é um momento para a humanidade: espiar o caos, voltar a ele. Enquanto servir o guarda-chuva, e os poetas fizerem furos nele, e a massa das pessoas possam ser gradualmente educadas para ter a visão daqueles furos; o que significa copiá-los bem para que pareça que o que foi visto está sendo visto e fazer a humanidade continuar se arremessando entre as paredes de sua parede pintada, estaremos completando a nossa consciência.
Wordsworth, por exemplo, em alegria fez um furo e viu a flor amarela. Até então as pessoas tinham visto apenas a flor desbotada sob a sombra do guarda-chuva. Com Wordsworth tiveram um impacto de caos. Desde então os jardins de primavera tem flores amarelas – pintamos sobre os furos.
E Shakespeare, uma maior alegria, fez o furo e viu as emoções e as turbulências das pessoas em caos por trás da idéia convencional e do guarda-chuva pintado das imagens morais. Mas agora a nossa cúpula está pintada densamente com Hamlets e Macbeths, as paredes laterais também, e a ordem fica fixa e completa. As pessoas não podem ser diferentes desta imagem. O caos ficou preso do lado de fora.
O guarda-chuva ficou tão grande, os remendos pintados tão firmes que os furos ficaram difíceis de serem feitos. Eles ficam parecendo ultrajes e não mais visões do ar fresco – devem ser assimilados ao resto de um só golpe.
Então o guarda-chuva fica absoluto. E então a ânsia por caos se torna nostalgia. E assim vai até que algum vento muito forte retalhe o guarda-chuva e deixe o que restar da humanidade no meio do caos – o caos fica aonde está não importa quantos guarda-chuvas acumulemos.
E as poetas, nesta encruzilhada? Elas revelam o desejo interior da humanidade – o desejo de caos, o medo do caos. O desejo de caos é o que faz os poemas respirarem – o medo do caos é a marcha das formas e das técnicas. O poema é feito de palavras, eles dizem. Eles sopram bolhas de som e imagem que logo explodem em anseio de caos. Mas quem está pronto para fazer apenas mostruários de poemas pode confeccionar bolhas brilhantes, sem ar de caos dentro, e que por isto permanecem até que as deixemos cair.


martedì 11 settembre 2012

Maria-Pelego-Preto (Manuel de Barros)

Maria-pelego-preto, moça de 18 anos, ea abundante de pelos no pente
A gente pagava pra ver o fenômeno.
A moça cobria o rosto com um lençol branco e deixava pra fora só o pelego preto que se espalava até para cima do umbigo.
Era uma romaria chimite!
Na porta o pai entrevado recebendo as entradas...
Um senhor respeitável disse que aquilo era uma indignidade e um desrespeito às instituções da família e da Pátria!
Mas parece que era fome.

lunedì 10 settembre 2012

Instintos são traumas

Todo dia, às 3 da tarde, todos os indivíduos da Espécie
tinham aquela dor de barriga.
A dor fisgava a boca das tripas
e distinguia a Espécie de todas as outras que um espectro fosco
amontoava.
No início havia um monte com tesouras, cabelo e carne
com pontas de tesouras, perucas e lombo,
e, ainda assim,
nada era, nada desera.
Depois inventaram a esfera, a primeira,
e logo a mais distante
e inventaram o aspirador de pó.
Já estava tudo naquele monte, claro,
mas nos tempos imemoriais,
em que nada buscava a catedral,
não havia poeira.



venerdì 7 settembre 2012

Manhã da pátria

ela acordou com uma espingarda na mão
matava o que não fosse estranho
trair, trair, trair
era dia da pátria e josineide queria desertar
a espingarda atirava sem parar
nos vizinhos que iam para a igreja
nos vizinhos que lavavam os carros
no marido que sentava no sofá
póupava o marido que era sonâmbulo pela casa
poupava os vizinhos que olhavam a rua de dentro dos portões
poupava os que encostavam a testa nas paredes e os que se achavam deusas
o bom das deusas, ela pensava, é que elas não tem gênero
nem espécie, nem categoria, nem nome científico em latim
como aquele que deram para sua orquídia

fez um café bem preto, encheu o pão de manteiga
e parou

lunedì 27 agosto 2012

Errância e erogênese no grupo Tirésias em Natal amanhã

Errático. Erótico. Errático. Erótico. Errático. Erótico. Errância. Errado. Errata. Eros. Erros. Eris. Errante. Errôneo. Errorista. Essas palavras tem uma conexão com o desejo. E com a diversidade ambulante dele. A diversidade perambulante. O desejo que insiste, subsiste, resiste, mas também se camufla, se despedaça, se contagia, se contamina. Ninguém aprende a ser gay – ou muche, ou hijra, ou pottai, ou transgênero, ou nguiu´ – mas ninguém nasce sabendo. Talvez haja quem consiga dar um saculejo de ombros para todas as ofertas de identidade nos cardápios locais ou globais – mas o saculejo encontra a toda hora o baculejo: a interpelação. Althusser entendia que era a interpelação que dava nome aos bois – identidade aos corpos. O sujeito é interpelado e se volta para quem lhe interpela – aquele expediente da polícia, e das ruas que nos chamam sapatão ou viado. É ali que se passa a trama da interpelação – e da errância. Como proceder? Diz Diana Torres, a pornoterrorista:
- O pior que podes fazer a teu inimigo é não necessitar-lhe para nada.
- Não me chamo lesbiana, nem sequer me considero mulher, quem quiser me interpelar me interpele, eu não viro a cara.
O terrorismo é a arte do imprevisto. O errorismo é a arte do não-catalogado. Do que está fora do programa. Fora da casinha. O desejo ama esconder-se. A porno-errorista pensou que era sado-masoquista, que era goiabinha, que era travesti, quis ser baranga, boiola, Barbie e babadeira. Tava errada: era errante. O pior que podes fazer aos que te classificam é não necessitá-las para nada. O erro é pornô. Aquelas que tentam, tentam e são tentadas. Uma vida de tentação. Tentativa atrás de tentação. A porno-errorista também é terrorista, toca o terror do erro: e se eu não for hetero, quotidiano, fútil e tributável? E se eu não for o contrário de tudo isso, o contrário de qualquer coisa? A erótica do terror. O slogan do blog de Diana Torres: por el derecho a ponerme cachonda com que me dé la gana. Há baculejo na etiqueta, há baculejo na classificação – vira a cara, completa a interpelação! – mas não há baculejo no desejo. Ele erra por aí.

Os desejos podem ser regulares – ao meio-dia sempre tenho a fissura de lamber folhas amarelas – porém não seguem ordens nem da natureza. E não têm regras. O nosso reconhecimento dele – quando nós os interpelamos e eles viram a cara – é que satisfaz regras. É que a polícia delega a cada sujeito os porretes, algemas e sirenes para sujeitar seus desejos. Ao invés de sujeito aos desejos os sujeitos ficam sujeitos dos desejos. Mas o desejo escapa. Errância. Erogênese. Leminski: “isso de querer ser exatamente aquilo que a gente é ainda vai nos levar além”. Erogênese. O desejo escapa.
Ele erra. O desejo persegue o erro. O movimento errorista internacional abençoa os que preferem errar a se afeiçoar ao seu quadrado. O movimento errorista internacional conclama a que se persiga o erro. Eros atende. É que Eros é dilapidação. Diz recentemente Heráclito em seus fragmentos recém-cavados:

207. Eros é eris, eris é quebradeira. Eris não é só combate, é
disponibilidade – a compulsão a tornar partes de si disponíveis.
Disponíveis: a força centrífuga que impele a fragmentação das partes
que estão coladas; uma força que pode ter a mesma intensidade e
aceleração que a força centrípeta de coesão. A força de fragmentação
tem a direção oposta e raramente tem a mesma velocidade. Muitas vezes
não vemos a ação do ímpeto de fragmentar porque procuramos
ingredientes no mundo. Os ingredientes são peças que não se fragmentam
e que apenas compõem. O mundo não é feito de ingredientes – é jogo de
armar que nunca está armado e nunca está em pedaços. [Tudo se]
desintegra, desinfla, solta ares.

208. Eris é a força de desindividualização: colocar-se a disposição. A
danação dos ingredientes. Os modernos, tão encantados com a idéia de
autoridade integral, preferem olhar para as partes conscientes que são
as que submetem outras e procura retê-las submissas. Dizem: meu corpo
está a minha disposição. Os corpos sempre estão à disposição, mas as
disposições não tem dono.

Eros e Eris estão do mesmo lado porque ambas são forças centrífugas. Estão a serviço da deposição por meio de disposições amotinadas. Disposições que não são guiadas pelo controle remoto dos sistemas nervosos centrais – eles apenas as interpelam. Contra as disposições centrífugas, os sujeitos centrípetas – aqueles que trazem toda a sua vida erótica (e seus delírios, suas ganâncias, suas trincheiras) para um centro de gravidade. E os sujeitos centrípetas, inspetores dos desejos dispersivos, são por sua vez produtos do dispositivo de terror anal que Beatriz Preciado diagnostica no seu epílogo à tradução espanhola d´O Desejo Homossexual de Hocquenghem: “Cierra el ano y serás proprietário, tendrás mujer, hijos, objetos, tendrás pátria. A partir de ahora serás amo de tu identidad” E ela conclui que assim nasceram os homens heterossexuais no fim do século XIX: são corpos castrados de cu. Ainda que se apresentem como chefes e vencedores são, na realidade, corpos feridos, maltratados. A engenharia dos quadrados para os desejos é uma engenharia de corpos. Os corpos interpelados apresentam órgãos – que servem para isso e não para aquilo, para excrementar e não para incrementar. Mas o desejo escapa. Diana Torres conta que conhece homens que renunciaram ao maravilhoso prazer de cagar em troca da habitual prática do fisting que é bem melhor que sentar-se à privada com um jornal. Carregam uma bolsa acoplada à perna que está conectada a uma sonda que atravessa o intestino grosso e por onde sai a merda que vai se depositando em na bolsa. Assim eles desincumbem o cu da tarefa de despachar a merda e deixam-no livre de ser um órgão do excremento. Incrementam o corpo, corrigem-no. Conquistam um território para o erótico no centro nervoso do sujeito, erodem o órgão e o deixam à disposição das disposições de Eros. Os desejos às vezes se parecem com urgências, com convulsões que mudam as superfícies. Mudam as etiquetas das superfícies. E chegam a mudar a sirene da polícia que interpela. Como os movimentos tectônicos, os desejos adquirem suas formas nos estados das coisas. É o cenário de etiquetas de identidade que oferece as estrias que o desejo alisa. É no alfabeto das diversidades sexuais reconhecidas (para a interpelação) – duas, ou seis (LGBT), ou onze (LGBTTTIQA) ou outras dez (LGBTKQJH – LGBTKotisQJoginsHijras) – que tem lugar as muitas formas de erogênese.

Etiquetas de identidade fazem parte das nossas paisagens: pessoas
descabidas encontram conforto e proteção em se alojar em alguma delas,
como um escudo contra aquelas outras que se apresentam como
compulsórias. Julia Serano gosta de citar Audre Lorde: se eu não me definir por mim mesma, diz Lorde, eu vou ser empacotada dentro das fantasias que outras pessoas aprontam para mim e devorada viva. Discursos sobre identidade – versões, subversões, aversões, diversões, invenções – são intervenções sobre a política da verdade (e da mentira). De acordo com a política do baculejo, há um critério em algum manual (talvez a mais recente versão do DSM) para distinguir, por exemplo, uma travesti de uma transexual. Interpelação. Assim, uma transexual MTF como Serano,
uma trans-mulher – que já atravessou o Rubicão da transição – pode ser considerada como tal apenas se for reconhecida por um critério de reconhecimento, o suposto saber de alguma scientia sexualis.

Uma intervenção sobre as verdades é fazer com que certos enunciados
sejam tomados como verdadeiros e outros como falsos – afetar o regime
de verdade. A política das verdades gira em torno da maneira como
descrevemos e interpretamos o mundo e as pessoas (e como as
etiquetamos, se precisamos fazê-lo). Quando um intérprete se depara
com as cercanias dos erros – por exemplo, uma palavra que está
empregada de uma maneira diferente da que considera habitual ou um
corpo que diz ter um gênero diferente daquele que parece – há muitos
caminhos. Podemos perseguir o erro. Podemos habitar nele, e operar o avesso da correção. E podemos perseguir a verdade e tentar detectar em que partícula está o erro. Ele pode ser atribuído ao intérprete ou ao interpretado. Julia Serano, comentando sobre o discurso acerca
de quando transexuais passam, diz que quando uma pessoa diz a
uma cis-mulher em uma circunstância social: “boa noite, meu senhor”,
não dizemos que a cis-mulher não passou ou que sua femininidade está
em questão, mas que a pessoa fez um cumprimento equivocado – errado, e
muitas vezes inadequado ou descuidado ou sarcástico ou cínico ou sardônico ou queria dizer outra coisa. Muitos caminhos. Onde está o erro é o território da política da verdade: afetar o regime de
verdade que articula as convicções. Uma intervenção política pode atuar estabelecendo a verdade de que quando os gêneros são confundidos, o erro está do lado de quem interpreta. Julia Serano defende que a identidade das trans-mulheres pare de ser regida pelas normas cis-sexuais: “o cerne da questão é que palavras como passar são verbos ativos.
Assim, quando dizemos que uma pessoa transexual está passando,
isso dá a falsa impressão de que elas são participantes ativas desse
cenário. [... ] Eu diria que o reverso é verdadeiro, o público é o
participante ativo primário, se é ele público que tenta classificar as
pessoas em machos e fêmeas. [...E] este papel ativo [...] é tornado
invisível pelo conceito de passar”. (p. 177, tradução minha). Não se trata de um embuste do baculejo – de alguém que disfarça. Se trata de errâncias com o feminino. De autoginefilia – para usar o controverso termo de Ray Blanchard e Michael Bailey. A autoginefilia que está a um triz da heterginefilia celebrada e padronizada já que a filia, e a ginefilia, são errantes. Mas ninguém erra sozinho.

Julia Serano é uma entusiasta das várias formas de efeminismo (as melhores são as mais feministas). As trans-mulheres adotam o feminino, erram nele e o feminino não é uma condenação para elas. O feminino tem o poder de ser o anátema da ordem (cis-hetero-)patriarcal; ela diz: as coisas de garotas são o equivalente de gênero da criptonita. Serano
quer colocar o feminino de volta no feminismo, e as trans-mulheres –
femininas por adoção, por compulsão e não por conformidade – são
centrais nessa empreitada. Mas trata-se de uma empreitada que tem que
ser articulada de um ponto de vista que não seja cis-sexual: ela quer trans-mulheres na conspiração feminista. A misoginia – na forma de heteroginefobia ou de heteroginefilia – é frequentemente a resposta para o caráter rebelde da femininidade na ordem estabelecida: ela aparece na forma de trans-fobia, na forma de uma repulsa aos cross-dressers e aos pequenos signos femininos no comportamento dos homens. E a autoginefilia efeminista tem muitas caras. Uma babel feminina – Babella: bichas, hijras, muches, travestis, jogins, cross-dressers e cismulheres. O efeminismo pode insinuar uma confederação, uma Internationale das muitas errâncias femininas. O errático, erótico, também aparece aqui: ninguém sabe. Toda scientia sexualis é cheia de terrae incognitae já que quanto mais se sabe, mais se erra. Frua, flutua, não permita que a experiência se conclua. É uma espiral de prazeres que surge dos saberes – e uma espiral de sublevações que surge dos poderes. Um alfabeto, dois alfabetos, muitas sopas de letrinhas nessa babella – LGBTTTMHIQJ... E no meio das letras tem um vão que inventa outros desejos e outros desejos. Erráticos, erótico.

O efeminismo tem um flerte com a diferença sexual. Babado forte. As diferenças são erogênicas. Eis um velho estandarte esquizotrans (já de antes do Breviário): que se deixem ir pelo ralo as identidades, mas que se agarrem as diferenças. A diferença sexual (e a fricção que sai das letrinhas nos alfabetos quando elas roçam) produz espirais de desejos novos. E mais, sublevação pode vir de toda parte – binarismo não é conformismo e nem antibinarismo é já transgressão. A diferença sexual é o começo do caminho – dar-lhe um saculejo de ombros não significa garantir que o caminho vai seguir pelas melhores veredas. Parodiando Irigaray, o desejo patriarcal que bate a estaca do sempre o mesmo, onde o desejo se repete a si mesmo em uníssono: hommesexuel est homosexuel. O desejo dissidente é altersexual, ele não se replica, ele passa por mutação, ele pare um desejo errado, errático, errante. Mas a diferença sexual é feita de borrões, de nódoas, de turbulências – não é a diferença dos corpos fixos (e supostamente abençoados pelo destino da anatomia). Pesa contra qualquer fala em diferença sexual o fantasma de Janice Raymond e sua transfobia desvairada supostamente feminista. Ela dizia: quem adentra o corpo das organizações de (cis-)mulheres é um violador... Porém há mais coisas entre o heteropatriarcado e a diferença sexual do que pensa o chauvinismo. Há erogênese. É do roçar dos diferentes que saem os desejos. Esquizotrans é deste roçado. Não se trata de masculinos e femininos fixos, se trata de compor, de trata de um mosaico. É a arte do mosaico – errática, errante – que é nutrida pela diferença sexual. Compor e errar, compor e deixar ao léu. Usar megalofones estriônicos para cada peculiaridade erótica. Não fantasiar os corpos de uniformes. Vestir a roupa errada – o hábito errado faz o monge errado. E faz ele errar, estar errante. A roupa errada do monge é a farda de Eros.