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venerdì 2 luglio 2010

Una Paulina Vinderman

Otra vez cúpulas en ele poema, otra vez la ciudad
Las travesías se volvieron copias
de ciudades tocadas sólo por supervivencia,
para regresar a la mia.
Como si ella contiviera todos los números, los secretos,
las passiones del mundo.
Alguna vez una calle me devuelve el desierto
y cuando oscurece,
las sombras de las bolsas de basura
son instalaciones de museo, que sólo puedo ver
cuando mi memoria agotada olvida el mar, aquellas grúas
detrás de las cercas, la mujer de turbante azul que
me vendió la caja mágica y la oportunidad
de atesorar mis miedos como mariposas atrapadas
en la belleza de su oro
Hay que aprender la asfixia como se aprende un idioma.
Nadie llorará por la ausencia de las alas contra el cielo.

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