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venerdì 10 maggio 2024

De la abundancia y antigüedad de los archivos

 A convite de Juan Cajigas, e de seu SensoLab na Universidad Javeriana de Bogotá, esta performance foi executada na inauguração do LAMA (Laboratório experimental da Matéria) na Maquete, VIS, UnB. A ideia é pensar sobre o pan-mnemismo (a ideia de que a memória é ubíqua que defendo em "Memory Assemblages: Spectral Realism and the Logic of Addition" - Bloomsbury, 2024 - e em "História Sul-Americana da Imortalidade" - Cultura e Barbárie, 2024) no contexto da reciclagem do barro, da lama - e da carne. Trata-se de uma introdução ao realismo espectral que defendo nos dois livros acima mencionado, e assim serve como apresentação a esses dois livros que serão publicados poucos meses depois do evento que ocorreu em 3 de maio de 2024. 

Participaram da performance também Nivalda Assunção, que limpou ossos e escreveu neles, e Phil Jones que tocou música hauntográfica. O trabalho de câmera é de Raísa Curty. A edição fiz com Raísa Curty. Agradecemos a quem estava por lá pela valiosa discussão que se seguiu e a todas que tornaram possível o LAMA.

Colo aqui o texto

De la abundancia y antigüedad de los archivos



Anamburucu

Borocô

Nanamburucu

Nanan Buruku

Nanã Buruquê


Nanã, com su ibiri en las manos, protege la gente enferma, la gente vieja, hace con sus manos la ressurrección. Nanã es la señora del lodo, de la transformación y así de la arcilla, de la piel que se desencarna, se reencarna, de la piel que se hace carne. Para Nanã, que quiere decir raiz, el lodo y la carne son lo mismo, y cuando están aparecen separadas están conectadas mismo si distantes una de la outra por miles de años o por miles de kilometros. La carne humana viene del lodo más profundo, del lodo, que es siempre un archivio de materia, que guarda lo que importa del pasado para la vaina de caminar sobre la tierra.


Cuando Nanã ofreció el lodo profundo a Oxalá, ofreció a el las formas del humano, pero no completas porque los archivios nadie lo sabe lo que guardan – o qué no guardan. Pero del archivo de arcilla salía el animal que a Oxalá le gustava hacer, hacer vivo. Nanã era también señora de los espectros, y Oxalá sabia que los humanos no podrían caminar por la tierra sín los eguns, sin evocar los muertos, los archivos ofrecidos al lodo, al polvo o a las carnes. Y Nanã no ha podido tener el poder sobre los eguns. Ella es señora del lodo, que es la que sabe que crear es resucitar.


Del lodo sale también la forma resucitada del Golem. Y se escribe em su frente, emet – verdad. El Golem sale del lodo, y vuelve directamente al lodo, el instituye una separación entre la carne del creador y su carne; su carne se queda siempre más abundante, su carne es más larga pués que crece como crece la gente que es también productora de lodo, pero de una forma más indirecta pués que extraen el sol por medio de las plantas y com esta energía extraterrestre, com esse exceso, su figura se rellena de carne y con su carne se va al lodo. El Golem es un circuito más cerrado de la vida, de las manos de Nanã adquiere la forma que quiere Oxalá y sigue creciendo y multiplicando el lodo. Sus movimientos todos hacen que sus musculos se vuelvan siempre más robustos. Su cuerpo, su carne de lodo, es un archivo que no termina de crecer com los dias que pasan. La verdad en su frente es lo que aparece de el, mientras tiene escrita esta palabra em su carne, necesita crecer para que pueda seguir como un archivo de arcilla.


La arcilla es un archivo. Nadie, ni siquiera la arcilla, sabe lo que guarda un archivo. El pasado no es más que lo que es guardado. Pero no se sabe qué es guardado: el mundo es hecho de huellas. Pero no solo de huellas, también de lo que hace com la huellas.


Un oso, un vestigio de animal.

Las piedras que ofrecen pasado a los ojos arqueológicos,

el sistema nervoso, el conjunto de genes,

la carne, el lodo, las palabras que guardan los significados

de los que por ellas dijeran.

No se puede saber donde no hay archivo.

La história que se cuenta a partir de los archivos

solo relata lo que ocurrió y espera para siempre para saber si algo más

también ocorrió.

Un nuevo archivo – o una nueva ocurrencia -

cambiam la historia porque los archivos cuentan demasiadas historias.

Los archivios no dicen que no.

Pero dicen por toda parte, dicen de lo que reciclan,

las ciudades, las construcciones, las desconstrucciones, las destruiciones.

Los liquenes.

Los inconscientes de la gente y de los pulpos y de las ranas

si acaso las ranas también sueñan y deliran,

también estos inconscientes son archivos de lo que la gente o los pulpos o las ranas ellas mismas no se acuerdan.


Si todo es archivo y nada es solo una presencia sin gabinetes,

estamos en un mundo reciclado, viejo, que se acuerda de si mismo

mismo cuando quemamos los archivos como quemamos los fossiles

para tener combustible para nuestras velocidades.

En la gasolinera mismo, hay archivos que no podemos abrir.

Pero si es así, un mundo de espectros, es también un mundo de preságios.

Un archivo es siempre rehén de lo que lo va a guardar, rehén de una consignación, una palavra que viene com otra, la messianicidad.

Es que algo se guarda, o se acumula y no se gasta, porque viene un futuro, algún futuro, la acumulación es un ejecício de messianicidad. Y la messianicidad de la acumulación, parte de la economia cósmica de la cual hablava Georges Bataille, no tiene nada que ver con la salvación, o mejor, tiene que ver con la salvación que se necesita todos los dias, sobretodo los dias que van a venir


Esperar, esperar, esperar, sin siquiera mismo saber lo que nos es permitido esperar. (ESPERAR)

Sin siquiera saber que esperamos mientras esperamos.

O sea, esperar es la condición misma para que esperemos alguna cosa de lo que estamos esperando. Acumular, guardar, hacer archivos – y hacer todo porque es imposible no hacer archivos – es disolverse en el tiempo, desparamarse em el tiempo, es decir, esperar. Hay algo que viene, que viene algo.

Ya el gasto completo es imposible em un mundo de exceso.

El exceso, que viene de la luz del sol quizás sobre el lodo y las hierbas que produce las frutas y las papas y los huesos y las carnes, exige el tiempo.

El exceso exige el tiempo.

(Como hace el exceso que vivamos una vida mortal con carnes que crecen y que se reproducen,

el exceso que cria y resucita la muerte

y el sexo en cada generación,

porque no se puede tragar el mundo de uno solo sorbo.)

El tiempo es la ansiedad de la espera y la ansiedad de que los archivos nunca terminem de contarnos el pasado porque el pasado no es

de lo que se cuenta,

es lo que se cuenta

el pasado, mismo el más antiguo, nunca termina.

El tiempo es un producto de la necesidad de la espera que viene com el exceso. El tiempo es economico. Si hay algun tiempo, toda escasez es provisoria.

El exceso nos dice que el gasto completo es imposible – y el tiempo es el outro, el que viene, el que no está aún aqui, el que va a decir de los archivos que va a ensamblar en un dia que viene.


Una música, hauntográfica, escrita para eguns, para espectros, que se queda rondandonos, que ronda, que se queda em nuestros oidos aún que no sabemos de donde viene, pero sabemos que vuelve, y que vuelve. Una música rondológica, rondográfica, una rondologia.


Ein Gespenst geht um in Europa.


De donde viene el espectro? De los archivos Guaraní o Muiscas o Tupinambás o Mebêngôkré que Europa descubre en el mal encuentro. Marx, dice Jacques Derrida, habla de un espectro. Hace una rondologia, aún con pretenciones ontológicas. Ein Gespenst geht um in Europa. De donde viene el espectro? De los archivos palenqueros, de los cimarrones, de las carnes de Zumbi y de Dandara. El espectro ronda. Nanã ofrece a Oxala el lodo más profundo, donde hay quizás más en el archivo del rio. Crear es resucitar, o no es crear, es no tener en la piel el acosso.


Una música que uno imagina o que uno se acuerda. Y es la opacidad de los archivos abundantes y antiguos que conecta los dos lados de la imaginación y la memoria. Este es el problema de qué hacer con el archivo. ¿Con la arcilla? ¿Que hacer? Dice Catherine Malabou que la plasticidad de las cosas es su capacidad de ofrecer y recibir formas. Los archivos ofrecen sus formas, ya no puedo hacer con soberania la forma que elegí en esta arcilla. ¿Que hacer con el archivo? Crear es menos que crear, recordarse es más que recordarse…

¿O no es así?

No, no es así. Es que no sabemos cuando creamos y cuando recordamos, o cuanto creamos y cuanto recordamos. La memoria no es solo lo que llamamos de memoria, es también todo el resto.

Entonces nos contamos cuentos, y mismo con la verdad en la frente, somos rehenes de lo que viene, de lo que esperamos.

Esperar.

Aristóteles se ponía la cuestión de la distinción entre memoria y imaginación. Y contestava: la memoria, es sobre el pasado. Más bién, quizás, podria decir, la memoria hace el pasado, pero no sabemos cuando el pasado se está haciendo. El pasado pertenece a todo el mundo – a los eguns, a los espectros, a los presagios, a todo lo que espera.


Una musica que no ubico, no puedo saber si ya la he escuchado o si ya la he imaginado. Componer música, estar entre los acosos. Escuchar. Esperar. Lo que viene, escuchar lo que viene, lo que vuelve. Crear es resucitar. Reciclo la arcilla.

Esperar.


Cuando habla de los simbiontes futuros, ninãs y niños que aprenderán a vivir siempre al rededor de un indivíduo de otra especie y que será siempre una referencia afectiva, emocional y semiótica situada, Vinciane Despret se preocupa que los pulpos vivem solamente pocos años, dos años si mucho. La simbiosis con ellos puede ser muy alegre y muy instructiva pero es llena de tristezas pues el pulpo se muere y la niña o niño se quedan por el mar. Pero ocurre, dice, un milagre a veces: un otro pulpo adota la criatura humana de luto. Es como una reencarnación y Despret se pregunta si los pulpos no reconocen los humanos que conocieran sus eguns, si no tienen una memoria colectiva que les permite heredar caracteres adquiridos de sus generaciones pasadas. Quizás así, se podria ver una comunidad de pulpos como un indivíduo y así la simbiosis es de un niño humano con toda una populación de pulpos. Los niños simbiontes son también un archivo de los pulpos cuando estes desaparecen. La vida de los pulpos es así mucho más longa que la vida humana. Pero nada se queda en retención sín recuperación: no hay contenido de memoria que no necesite ser recuperado, los archivos necesitan decir algo a quienes los encuentra, pero dicen lo que se puede recuperar en un tiempo que es siempre su futuro. La talla de la vida se puede medir por lo que está em retención, entre los pulpos y en la vida humana. ¿Pero qué está en retención? Los archivos no pueden saber lo que guardan porque son rehenes de sus recuperaciones futuras, son esperas, esperas, esperas. La verdad en la frente también no puede ser hecha apenas de retenciones. Desde el punto de vista de los espectros, de los eguns, de las perspectivas rondológicas, la vida, o más bien lavielamort de Derrida, es un tupenny ache como dice una vez Samuel Beckett.


Pero los archivos se recriam, resusitan, son imortales ya que se parecen con esta comunidad de pulpos porque también heredan mucho más de lo que parece que puedam heredar – y solo en el futuro se podrá saber más pero nunca lo suficiente de esta herencia.


Hay una trama de herencias en el mundo, la trama de Nanã.


Acá em Lama, que quiere decir lodo, el laboratório de la matéria, que tiene que ser experimental, nosotres reciclamos la arcilla. Si lo hacemos bien, tendremos materiales imortales. No. La imortalidad es una cosa de archivos, y no de sus capitulos. Pués, los materiales son imortales, las possesiones no.


Val Plumwood escribió que los intentos de prolongar o inmortalizar la vida humana son intentos de robar el libro de la biblioteca y engañar a la comunidad terrenal, de quitar el sustento a otros sin devolverlo jamás. O sea, una pelea en el interior de los archivos. Robar el livro de la biblioteca siempre en construcción.


Lo que dice Plumwood es la epigrafe de un libro que voy a publicar en algunos meses: La história sudamericana de la inmortalidad.


En el libro, aparece el, Konyan Bebe, el señor tupinambá que comía una pierna humana cuando alguién de Europa lo regañó.

Contestó: no me molestes, está muy buena.

O entonces, contestó: no me molestes, soy una onza, un jaguar, una pantera, un predador. ¿No puedes ver?


En un momento, dice Konyan Bebe:



La inmortalidad de los blancos... la salvación en la que creen es permanecer para siempre más o menos como eran antes - pero nada queda sin ser olvidado y luego rescatado... Es sólo que creo que no creen en el olvido, sólo creen en lo que está expuesto, listo para ser visto cuando quiera. Si la inmortalidad es un recordatorio ocasional que los atormenta, no la quieren; para ellos es una especie de nada. Quieren seguir con vida a cualquier precio, incluso si están muertos.

Pero sabemos que el olvido es como una sombra. Prefieren los desiertos, más que los desiertos, los patios, los alicatados, todo empedrado e inventariado… supermercado. El color del asfalto, el color del patio del almacén del supermercado...


Donde no se recicla arcilla.


Por eso no queremos conservarnos tal como somos, porque no hay peligro de caer al vacío. Estamos rodeados de bosque, estamos acostumbrados a las sombras, a acechar, a ser emboscados, a lo escondido. Y miramos a los demás, a todo lo diferente, diferente, con gula, y no con miedo; La gula es una especie de desapego, ¿sabes? Nuestras huellas no desaparecerán, podemos entregarnos a devorar…


Y devorar...


Para nosotros, la inmortalidad, el después de la muerte, no la consideramos eternidad; tenemos otra preocupación sobre el tiempo.

No se trata de conservar como un museo –pues el tiempo pasa fuera de él y en medio de sus pasillos– ni de salvar el alma de alguien en un libro. No se trata de congelar los recuerdos, sino de dejarlos como herencia.

¿A quién se le debe devolver? La respuesta al devorar es que se sale de sí mismo, que sale afuera, que se sale de sí mismo. Esto significa lo contrario de la inmortalidad de la resurrección: nadie permanece muerto en un sepulcro esperando que la vida resurja porque después de la muerte hay otra vida. Nuestro cuerpo es responsable de proporcionar cada elemento del que comemos. No dejamos en vano a quienes nos importan, cuidamos cada ingrediente con nuestro propio cuerpo. Los heredamos. Y confiamos en que nuestros cuerpos hereden.


La inmortalidad, así decía Konyan Bebe, tiene una intimidad con la memoria, la vida es vida, pero cuando buscamos el inmoral, buscamos los archivos.


La memoria.


La empleada doméstica que tenía un hijo Guaraní le contestó:


La memoria surgió porque es necesario salir de la escena y dejar sólo huellas... Si todo se transformara en otra cosa de repente... la memoria sería como una exposición, como un museo realmente. Pero la memoria es como la comida. Por eso la vida se entrega a la memoria de los demás y no a otras vidas: la de las bacterias, los fagos, los hongos, las grutas de la tierra, la Tierra. Convertirse en otra vida es diferente a convertirse en un recuerdo, convertirse en algo que permanece en la sombra, como un pan clavado en el estómago. La inmortalidad no es un abandono del cuerpo, es ser más cuerpo, es tener el destino del cuerpo, devorar. Es como si el cuerpo siguiera siendo el cuerpo que era, incluso muerto: no hay horror ni miedo, es como si la proximidad de alguien, incluso enemigos elegidos o no, se convirtiera en alimento, en algo atractivo y necesario…


Puede ser que la empleada domestica piense aquí como un trozo de materia, como un pedazo de arcilla. Hay más memoria que vida. Y en nuestras cercanías, la arcilla en su vida secreta de archivo.


Ya el lodo es como una otra trama dentro de las cosas, una trama de Nanã, del Golem, de la carne, de la materia que no puede sino esperar. Y espera.

Mientras tanto, seguimos en esta otra trama: no hay archivo suficiente pero tampoco no hay olvido triunfal.


El mundo es de sus vestigios y sus subterráneos merecen sospecha, siempre